Las predilecciones pro putínicas del poder populista

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Mucha gente se pregunta por qué el MAS ha expresado un apoyo tan grande a la invasión rusa de Ucrania. El jefe del MAS lo ha hecho de la manera más clara posible. Lo han secundado varios personajes de su partido. Varios dirigentes de los movimientos sociales que apoyan al MAS lo han declarado abiertamente. El gobierno de Bolivia ha sido uno de los pocos que se abstuvieron de condenar este acto de guerra en la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Actúan como si su deber socialista fuera apoyar a Putin por la solidaridad ideológica que los une como hermanos. Quieren hacernos creer que no saben que Putin es un orgulloso derechista, un súper capitalista, un ultra militarista e imperialista que se persigna con gran unción religiosa ante los clérigos ortodoxos que lo apoyan. Los masistas saben todo eso. Tiene que ser por razones distintas de las ideológicas que le ofrecen su apoyo con tanto entusiasmo.

El caso de Maduro, Ortega y Díaz-Canel es muy diferente. Venezuela, Nicaragua y Cuba reciben apoyo material y militar de la Rusia de Putin. Sin ese apoyo, se caen. Es comprensible que se traguen sus posturas y poses revolucionarias cuando Putin les extiende unos pocos rublos en su mano derecha. Por el momento no es el caso de Bolivia.

Tal vez la dirigencia del MAS y el presidente Arce Catacora calculan que pronto van a necesitar un salvavidas ruso para sobrevivir al descalabro económico que aparece en el horizonte. No es un buen cálculo. Rusia quedará aplastada por las sanciones económicas que recibe de Europa y Estados Unidos. No tendrá ni un rublo para la Bolivia del MAS. Necesitará apoyo financiero y político externo. Putin confía que lo obtendrá de China.

Ese es otro mal cálculo. Los chinos son grandes comerciantes. El comunismo es un pequeño estornudo en su larga historia. Descartaron los postulados económicos del marxismo como si fueran pañuelos desechables de papel. Son más capitalistas que nadie. Comprarán gas y petróleo ruso pagando lo que diga la oferta y la demanda. Nada más. No arriesgarán sus propias ventas en Europa y Estados Unidos solo por proteger el ego imperial de un ruso.

El MAS, sus dirigentes y sus gobiernos han dado pruebas durante décadas de no ser políticamente estúpidos. Lo menos que se puede decir es que han demostrado ser más listos que sus opositores. ¿Será entonces que saben algo sobre el futuro de la Rusia de Putin que el resto del mundo ignora? ¿Creerán sinceramente que están apostando a un ganador?

En el fondo existe un lazo inquebrantable entre Evo Morales y Vladimir Putin, así como entre las masas que los apoyan. Ese lazo se llama populismo. La primera entrega de esta serie definió el populismo como un movimiento político basado en la atracción que ejerce un caudillo sobre masas ingenuas atizando los temores y las rabias que las agobian.

Son masas que sufren de problemas reales. El caudillo les ofrece soluciones falsas. Los consuela pintándoles demonios mientras se pinta a sí mismo como el único capaz de cazar los demonios que él mismo pinta. Con los que se esmera en cumplir es con sus operadores políticos. Los operadores políticos del populismo boliviano son los dirigentes de los movimientos sociales. Evo sabe cómo untarles la mantequilla en su marraqueta.

En el caso de Rusia los operadores del entorno inmediato del caudillo son los llamados oligarcas. Agarraron enormes trozos de la gran piñata de las empresas estatales cuando fueron privatizadas. Rusia es una plutocracia o gobierno de billonarios. Está dirigida por un caudillo autocrático que domina los mecanismos de la policía secreta para retener a sus seguidores y neutralizar a sus adversarios.

El populismo es más viejo que las arañas. La receta populista no ha sido inventada ni por Evo ni por Vladi. Gracias a los mismos trucos Putin tomó el poder varios años antes que Evo. De momento tiene más apoyo en Rusia que Evo en Bolivia. Una de las muchas ventajas de Putin sobre Evo es que controla mejor que Evo la narrativa oficial.  Administra medias verdades y groseras mentiras a su población. Muy pocos en Rusia saben lo que está pasando en Ucrania.

Los recientes ataques de Álvaro García Linera a los medios independientes son un intento de subsanar esta falla del populismo boliviano para allanar el retorno de Evo al poder. Apuntan a que los bolivianos solo reciban la dieta oficial sobre lo que pasa en el país y en el mundo. No se puede descartar que el MAS y su gobierno reciban asistencia técnica y capacitación en el control de la narrativa oficial y en los métodos policiales que domina Putin.

Algunos opositores piensan que los dirigentes del MAS son crudos e ignorantes. No se dan cuenta que los masistas tienen su película bien clara. Cuando la fuerza bruta los favorece, tuercen las leyes a su favor, reclutan jueces y fiscales para perseguir opositores, controlan el organismo electoral para no perder elecciones y manipulan el estado de derecho a su favor.

Cuando no tienen la fuerza bruta a su favor, se victimizan. Apelan a la protección de la ley. Se cobijan en el debido proceso. Buscan el resguardo de las instituciones democráticas. Reclaman la vigencia plena de todo lo que violan cuando se sienten más fuertes. Para ellos el Estado de derecho no es más que un utensilio barato de manipulación política.

Es una receta ganadora. Putin la está usando para justificar su más reciente invasión. Dice que Ucrania amenaza a Rusia. Aunque usted no lo crea, muchos de sus seguidores y propagandistas en el resto del mundo, incluyendo varios masistas, sostienen que Ucrania invadió Rusia.

Hay pues una profunda solidaridad entre los que viven de abusar el poder. No los pueden separar ni los extremos ideológicos contrapuestos ni los intereses económicos divergentes ni las realidades geopolíticas. Su marca de fábrica es la hipocresía.

La consigna de su estandarte podría ser: “populistas del mundo, uníos en el engaño y el disimulo. Lo único que podéis perder son vuestras prebendas”.

FUENTE : PAGINA SIETE


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