10 Señales de que tu tienes un daño severo en tu hígado.

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Cuando el hígado se inflama debido a ciertas complicaciones puede ser palpado por debajo del lado derecho de las costillas, mientras que en condiciones normales su tamaño es similar al de una pelota de futbol y es imperceptible. Otra curiosidad sobre él es que si una de sus partes es removida es capaz de regenerarse.

Un hígado sano es vital para que puedas llevar una vida normal. Hay ciertos síntomas que delatan cuando no está trabajando de manera adecuada y debes atenderlo de inmediato.

Subes de peso de manera inexplicable

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Al estar afectado debido a la gran cantidad de toxinas almacenadas en él, tu hígado se ve incapacitado para procesar de manera correcta las grasas. Esto provoca una subida de peso a pesar de que hagas ejercicio o lleves una dieta sana. Como el hígado no puede hacer el trabajo de eliminación, las grasas se almacenan en otras partes del cuerpo.

Sientes una gran fatiga

La sobrecarga de toxinas provoca que tu cuerpo se agote aunque haga esfuerzos mínimos. Al no procesar de manera correcta todo lo que hay en tu organismo se genera un cansancio que puede llegar a ser extremo y acompañado de dolores e inflamaciones en el hígado.

Sudas en exceso y hueles mal

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Igualmente, la acumulación de toxinas hace que sudes descontroladamente y que huelas mal, por mucho desodorante que te pongas. Como existe un sobrecalentamiento en tu organismo por la incapacidad de procesar las toxinas, el cuerpo busca la manera de regular la temperatura.

Te aparece acné de repente

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Puede ser que evites todo para no tenerlo, pero si algo va mal con tu hígado es probable que de repente comiences a padecer ciertos problemas de acné. Especialmente es del tipo grande que suele dejar cicatrices. A veces esto puede ser un problema hormonal, pero nunca descartes revisar tu hígado para detectar cualquier anomalía.

Padeces reflujo

Esto se puede confundir con un problema gastrointestinal, por lo que es necesario una revisión mucho más completa. Un hígado lleno de toxinas puede ser responsable de este tipo de molestias, ya que hay un exceso de acidez en el estómago al no procesarse correctamente lo que cae en él.

Tienes mal aliento

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A pesar de que te laves los dientes tres veces al día y uses hilo dental, un hígado que no trabaja a toda su capacidad provoca que los malos olores se acumulen en la boca. Si esto ya es persistente, acude con un médico para que revise el estado de tu hígado.

Hay anomalías en tus secreciones

Orina oscura, sangrado o heces claras son síntomas de que algo puede estar ocurriendo en tu hígado. Esto se debe a la interrupción del flujo biliar debido a la severa cantidad de toxinas acumuladas en el hígado.

Tienes cambios de humor o mala memoria

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Un hígado sano procesa las toxinas con rapidez y permite que el recorrido de la sangre por el cuerpo sea fluido. Cuando está enfermo ocurre todo lo contrario: esto hace que la sangre llegue de manera lenta hasta el cerebro provocando episodios de mal humor o memoria fallida.

Tus ojos y tu piel adquieren una tonalidad amarillenta

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Esto se debe a que no se procesa de manera correcta la bilirrubina, una sustancia química amarilla que contiene la hemoglobina, sustancia encargada de transportar el oxígeno en los glóbulos rojos. Un hígado dañado no completa el proceso de desechar la bilirrubina, provocando la aparición de ictericia. Ésta se manifiesta cuando tus ojos y piel se ven amarillentos.

Sientes dolor en las articulaciones

Ante un hígado que no está cumpliendo correctamente sus funciones aparece la llamada hepatitis autoinmune, manifestada por dolores en las articulaciones, náuseas, vómito, fatiga y poco apetito. Durante esta enfermedad el sistema inmunológico ataca por error a las células y tejidos del hígado.

Ante la aparición de cualquiera de estos síntomas no te alarmes, tan sólo procura visitar sin demora al médico para que te haga una evaluación oportuna y completa para descartar que tu hígado esté mal. Recuerda que resulta vital que en todo momento funcione al cien por ciento para que tu organismo pueda comportarse con normalidad.

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