Adolescentes en Bolivia: más capital social pero con valores conservadores

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Las y los adolescentes en Bolivia son más felices que los adultos, tienen mayor capital social, se asocian más entre ellos, son más participativos, pero en general mantienen los llamados “valores tradicionales” que tienen los adultos por encima de los valores relacionados a la autonomía de las personas.

Esos son algunos resultados que encontró el estudio “Los Valores Sociales de la Juventud en Bolivia: Informe Nacional de la Encuesta Mundial de Valores en Bolivia – Población Adolescente”, que acaba de ser publicado.

El estudio fue financiado y coordinado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), el Centro de Investigaciones Sociales de la Vicepresidencia del Estado Plurinacional (CIS) y la organización internacional OXFAM, y fue ejecutado por el centro de investigación Ciudadanía. Es parte de la Encuesta Mundial de Valores para adolescentes, promovida por dichas instituciones.

Son siete principales dimensiones que son abordadas por la investigación sobre adolescentes en Bolivia: 1) su Bienestar, felicidad y expectativas; 2) Capital social, confianza y asociacionismo; 3) Valores éticos y normas, autonomía y obediencia; 4) Educación y salud sexual desde una perspectiva de Derechos sexuales y derechos reproductivos; 5) Valores para la igualdad de género; 6) Seguridad, violencia y resolución de conflictos; y 7) Ética del trabajo y su relación con la economía.

Bienestar y felicidad

“Los indicadores de bienestar subjetivo considerados en la encuesta nos permiten afirmar de manera categórica que la edad tiene una relación inversa con ellos, y que los más jóvenes, especialmente los adolescentes, tienden a sentirse más felices y más satisfechos con sus vidas”, resalta el informe.

Y el otro lado de la moneda muestra que la población mayor de edad, especialmente los adultos mayores, “tienen promedios de bienestar subjetivo significativamente más bajos que el resto de la sociedad, lo que sugiere la existencia de brechas generacionales en la dimensión subjetiva del ‘vivir bien’ que excluyen a los mayores”.

En ese sentido, en una escala de 0 a 100 (cero es infeliz y 100 es totalmente feliz), los adolescentes marcan un promedio de 76,8, mientras el de los adultos es de 69,3. Similar resultado da la satisfacción con su vida: un 78,2 para los adolescentes versus un 74,7 para los adultos.

“Esto puede deberse a que las y los jóvenes tienen una visión optimista de la vida ya que no tienen obligaciones y deberes que asumen las y los adultos. Varias investigaciones señalan, a la vez, que los niveles de felicidad se van reduciendo una vez que se tienen hijos”, afirman los investigadores del estudio.

Asimismo, los adolescentes hombres se muestran más felices que las mujeres: 41% de los hombres se declara muy feliz versus 39% de las mujeres; 37% se declara bastante feliz entre los hombres versus 34% de las mujeres; 19% de los hombres no es muy feliz mientras el 24% de las mujeres no lo es.

Según los autores, esto podría deberse a que “las mujeres a lo largo del tiempo han ido adquiriendo más responsabilidades, lo cual disminuye el incremento del bienestar subjetivo ya sea por un incremento de estrés o pérdida de relaciones sociales. Además, el tradicional rol de género femenino suele incluir las tareas de cuidado de otros, lo cual puede alentar más responsabilidad emocional en las mujeres que en los hombres”.

Lo que más resalta en términos generales es que uno de los factores que determina la sensación de felicidad entre los adolescentes es el grado de libertad que perciben en sus vidas, y el estado de su salud, que también contribuye en esta percepción.

Capital social

Promedios de asociacionismo según edad. Fuente: CIUDADANÍA y Encuesta Mundial de Valores

De acuerdo con los resultados de la encuesta, tanto la confianza interpersonal como el asociacionismo son más altos entre los adolescentes que entre los adultos bolivianos. El capital social de la población más joven se muestra más alto que el de la población adulta “tanto en su dimensión de confianza como en su dimensión de participación”.

Será útil que en el futuro se haga un seguimiento de estos indicadores para ver si estos resultados se mantienen cuando las y los jóvenes actuales se conviertan en adultos. De ser así, se estaría en presencia de un cambio de valores en Bolivia. Caso contrario, podría resultar que la experiencia y el contacto con la sociedad “igualará hacia abajo” la confianza de los jóvenes.

Por otra parte, el capital social aparece más alto entre los adolescentes hombres que entre las mujeres, particularmente cuando se considera la confianza: las mujeres tienden a confiar menos que los hombres en otras personas tanto de su círculo interno como de personas externas. Lo mismo ocurre con el tema de la participación: las adolescentes mujeres participan de organizaciones y asociaciones sociales de distinto tipo significativamente menos que los hombres.

“Esto sugiere la existencia de patrones diferenciados de socialización que pueden estar contribuyendo a reproducir la exclusión de las mujeres en distintos espacios”, explican los investigadores.

En cuanto al asociacionismo y la participación, éstas son claramente mayores en las y los adolescentes que en los adultos, particularmente cuando se consideran las organizaciones medioambientales. Según la encuesta, la participación en este tipo de organizaciones, combinando miembros activos y miembros no activos, es del 30% entre los jóvenes, mientras que el dato llega a apenas 13% entre los adultos. Y las diferencias se dan a medida que sube la edad de las personas.

“Esto muestra una preocupación temática distinta entre los jóvenes en comparación con las personas mayores, y posiciona el tema del medio ambiente como uno que marca diferencias entre generaciones”, lo que podría significar “no sólo un cambio generacional en relación a la preocupación ciudadana que genera la tendencia a la asociación, sino también la emergencia de formas distintas de hacer política y de participar entre las y los jóvenes bolivianos”, dicen los autores.

Continúan los valores “tradicionales”

Es sabido que la sociedad boliviana de forma mayoritaria privilegia los valores “tradicionales” por encima de los valores relacionados a la autonomía de las personas, por lo que suele considerarse una sociedad relativamente conservadora.

La encuesta encontró que, en este aspecto, las y los adolescentes “no son diferentes de los adultos en el país”, lo que sugiere que los valores no están cambiando cuando se considera esta dimensión.

Valores tradicionales versus valores de autoexpresión. Fuente: CIUDADANÍA y Encuesta Mundial de Valores

Los investigadores del estudio afirman que los derechos sexuales y reproductivos “son centrales para el ejercicio de ciudadanía de las personas jóvenes”. Sin embargo, los resultados de la investigación muestran que estos derechos están sólo “parcialmente apropiados” por las y los adolescentes bolivianos.

“No hay una demanda clara por mayores servicios de anticoncepción ni tampoco una demanda fuerte por políticas que amplíen la educación sobre los derechos sexuales y reproductivos para la población joven”, advierten.

En relación al tema del aborto, prevalecen entre las y los adolescentes “visiones conservadoras”, aunque ligeramente menos marcados que entre los adultos, que reflejan “la fuerte carga moral que tienen estos temas y que no admiten como excepción justificable la edad de la madre”.

Los adolescentes hombres se muestran algo más permisivos a este tipo de prácticas que las mujeres, entre quienes el “deber ser” en estos temas parece más fuerte.

Un hallazgo particularmente llamativo tiene que ver con los factores que determinan el grado de conservadurismo o de apertura de los jóvenes en estas temáticas consideradas como polémicas o con fuerte carga moral.

Según la investigación, el tipo de hogar del cual proviene un adolescente, reflejado a través del nivel educativo de la madre, es el que marca las diferencias importantes en la apertura o no de las personas.

“Independientemente de su nivel educativo o de otras características socioeconómicas, las y los adolescentes que provienen de hogares con madres con mayor educación tienden a ser más abiertos y tolerantes en relación a temas como la homosexualidad, los derechos sexuales y reproductivos o la equidad de género”, explican los autores.

Este dato es considerado relevante porque muestra que las diferencias en los valores dependen menos de factores individuales como la educación y más de factores contextuales como el hogar de las personas.

En cuanto a las actitudes directamente relacionadas con los valores favorables a la igualdad de género, las y los adolescentes bolivianos “no muestran actitudes promedio más progresistas que los adultos”.

Al contrario, “la relación que se evidencia en la mayoría de los indicadores de igualdad de género con la edad es en forma de U invertida”: los más jóvenes muestran valores bajos similares a los de la población de más edad (los adultos mayores de 55 años de edad), mientras que los adultos jóvenes, especialmente las mujeres, tienen los promedios más altos.

Seguridad y resolución de conflictos

La población adolescente en Bolivia tiene una percepción de seguridad personal promedio más alta que la que tiene el resto de la población boliviana, según la investigación. “Las y los adolescentes están protegidos por la población adulta y no sienten la inseguridad de la misma manera que los mayores, y tampoco identifican tan frecuentemente fenómenos relacionados a ésta”, puntualizan los autores.

Respecto al manejo y resolución de conflictos, encontraron que la población adolescente boliviana opta mayoritariamente por el diálogo y la concertación antes que por la disputa y la confrontación. Esta tendencia parece aún más notoria entre los adolescentes de origen indígena, quienes prefieren más claramente las opciones “no confrontacionales” para resolver sus conflictos.

Percepción económica

Importancia del trabajo según edad. Fuente: CIUDADANÍA y Encuesta Mundial de Valores

La percepción de los adolescentes es que su situación económica es mejor que la de sus pares adultos, y que comparativamente, están mejor que sus padres más frecuentemente que los mayores en relación a sus propios padres. Los expertos consideran que esto se traduce en “una menor importancia relativa del trabajo y de cualidades como el espíritu de ahorro y el sentido de la economía”.

Pero existen dentro de este grupo: los adolescentes rurales le dan más importancia al trabajo y a la dimensión económica que sus pares urbanos, y también están más dispuestos a aceptar el trabajo de los jóvenes como contribución a sus hogares. Estas diferencias “reflejan tanto lógicas culturales distintas como situaciones económicas y necesidades materiales dispares”.

Fuente: CIUDADANÍA y Encuesta Mundial de Valores


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