La renta petrolera subió en 2018, la incertidumbre planea en 2019.

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El ministro Luis Alberto Sánchez empezó el día exhibiendo cifras de la renta petrolera registrada en 2018 – 2.200 millones de dólares según reporte preliminar – y acabó contrariado por la tibia respuesta del embajador brasilero a las preguntas de los periodistas sobre la relación entre los gobiernos luego de la asunción de Jair Bolsonaro. Un “siempre se puede mejorar” que básicamente es más de lo que cualquier experto en relaciones diplomáticas – cuyo objetivo es evitar crisis – concedería a los medios de comunicación, más en un acto protocolar como el presidido en la Casa Grande del Pueblo por el Vicepresidente Álvaro García Linera.

Sánchez habló poco en la previa de la reunión de gabinete; dio la cifra de renta petrolera que es 400 millones mejor que la de 2017, más o menos un 20 por ciento más, básicamente por la mejora en los precios del crudo, que se mantuvieron durante el año sobre los 65 dólares por barril, lo que ha compensado la caída de producción por las bajas nominaciones de Argentina en los últimos meses del año.

Los mercados
La preocupación real de Sánchez tiene que ver con los mercados. A 3.000 kilómetros de La Paz, en Brasilia, los presidentes de los dos países que compran el 100 por ciento de lo que se exporta se reunían para marcar un nuevo horizonte para Sudamérica, con Nicolás Maduro en el punto de mira. Una cumbre que dejó mensajes para el resto, por ejemplo, que el Mercosur es para hacer negocios, y no política, que en clave diplomática los expertos lo traducen como un fin de la aventura de integración solidaria de Sudamérica.

La Agencia Boliviana de Información escribió que el embajador brasilero en La Paz, Octavio Henrique Días, dijo que las relaciones entre ambos países eran “excelentes”, y con eso no se refería a solo a la entrega de Battisti a Italia, sin embargo los presentes dan cuenta de que no fue tan efusivo, habló del “siempre se puede mejorar” y no se mojó para nada sobre el asunto del tren bioceánico Santos – Ilo que el Gobierno gestiona y que sin embargo parece no ser priorizado, la semana pasada Sebastián Piñera y Bolsonaro aseguraron que el trazo saldrá de Santos pero llegará a los puertos del norte de Chile.

Ayer fue el presidente de YPFB Óscar Barriga y hoy fue el ministro Sánchez quienes insisten en delinear un futuro que pasa por Paraguay, Perú y Uruguay. El primero con un ducto tradicional que apenas llevaría 5 millones de metros cúbicos (una tercera parte del mercado interno boliviano actual), el segundo con una planta de licuefacción en Ilo que permitiera ingresar al mercado mundial del GNL por el Pacífico y el tercero más o menos con las mismas intenciones pero en el Atlántico, proveyendo además el minúsculo mercado de Uruguay. Cualquiera de los tres proyectos está apenas en estudio, como el proyecto de industrialización petroquímica en el Chaco.

En julio culmina el contrato con Brasil que permitía vender hasta 30,5 millones de metros cúbicos, aunque en promedio se vendían 24. El Ministerio de Hidrocarburos boliviano dice que faltan de entregar 1,7 Trillones de Pies Cúbicos (TCF) y no niega que ya esté pagado, lo que asegura la Agencia Nacional del Petróleo (ANP) de Brasil. Argentina, por su parte, presiona para rebajar los volúmenes contratados y estirar así el contrato vigente que actualmente permite unos 20 millones de metros cúbicos, pero se compra apenas la mitad. Sánchez pide tranquilidad y confianza en la gestión de Gobierno y exhibe el mismo dato de siempre: 38.000 millones de dólares desde la nacionalización.

El precio del barril de crudo se recupera

El precio del petróleo WTI ha empezado una senda ascendente limitada, pero ya ha dejado atrás la barrera de los 50 dólares y se instala en los 52, donde ya cotizó ayer miércoles cerrando en 52,09. En la práctica supone dos dólares más que lo previsto en el presupuesto General del Estado. En octubre 2018 cotizaba encima de los 70 pero cayó ante una previsible inundación del mercado. La tensión en Venezuela que avizora sanciones tira del precio hacia arriba, pero Donald Trump sigue queriendo petróleo barato para abordar la reelección.


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