Matilde Casazola: “Comparto el Cóndor de los Andes con los que aman el arte”

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Este 8 de septiembre fue especial para Matilde Casazola y no sólo porque fue el día de la Virgen de Guadalupe, patrona de su Sucre natal. Ayer, la poeta, cantautora y compositora recibió la condecoración del Cóndor de los Andes, la máxima distinción que el Estado boliviano confiere a ciudadanos o instituciones por eminentes servicios prestados a la nación.

“El cóndor requiere el ancho cielo para su alto vuelo. Oro por los cóndores cautivos. Sea el arte siempre libre como los majestuosos cóndores”, sostuvo Casazola al recibir el reconocimiento de manos del presidente Luis Arce. Dedicó la distinción a la memoria de sus padres y agradeció a su familia solidaria, a su Sucre natal y al artista Willy Claure, quien fue el impulsor.

En el acto, realizado anoche en el centro cultural La Sombrerería, Arce relievó el aporte de Casazola a la cultura boliviana y el legado que deja su obra a las futuras generaciones. El Presidente también tomó la guitarra y cantó a dúo con Matilde el emblemático De regreso.

“Me siento muy agradecida por recibir un reconocimiento de mi país. Recibo este premio con gratitud ante el afecto de toda la gente por mi obra y por mi persona”, dijo antes la cantautora a Página Siete, en contacto telefónico desde su casa en la calle Bolívar de la Capital.

El Cóndor de los Andes para Casazola fue propuesto por el músico Willy Claure y rápidamente ganó consenso. En agosto, presentados todos los requisitos, se confirmó; pero no fue hasta ayer cuando Matilde recibió la llamada de la Ministra de Cultura que le informaba que la distinción se le entregaría en la noche. Claure no pudo asistir al acto.

“Para mí es muy importante que el premio lo haya solicitado un artista, el cantautor Willy Claure, a cuyo pedido se han sumado diferentes instituciones y ha tenido el apoyo de la gente que ama tanto la música como la poesía”, comentó la autora de canciones entrañables como De regreso, El fueguito, Tanto te amé, Rosa del tiempo, entre muchas otras.

Los años de arte y libertad

Matilde nació en Sucre en 1943 en una familia de tradición artística e intelectual. La hija de Juan Casazola Ugarte y Tula Mendoza Loza es nieta del médico y poeta Jaime Mendoza y sobrina del bibliógrafo Gunnar Mendoza. De su infancia atesora la quinta en la que creció jugando con su hermana Gabriela y sus primos, y la música de piano que interpretaba su madre en la casa donde aún vive y donde conversamos largo y tendido hace unos meses.

A los 11 años, “Pochita” (como la llamaba su familia) ganó el Primer Premio en los Juegos Florales Infantiles de la Ciudad de Sucre y su talento detuvo el acoso de las monjas del colegio Santa Ana por obligarla a usar la mano derecha siendo ella zurda. Hoy agradece la terquedad de su mano izquierda que le es útil para tocar la guitarra.

Corrían los años 60 cuando ingresó a la Escuela Nacional de Maestros Mariscal Sucre y perfeccionó su talento autodidacta en la guitarra con el maestro español Pedro García Ripoll. “Eran años intensos, con aires de cambios y mucha esperanza”, recuerda.

En 1967, Matilde conoció a Alexis Antiguez Arístides, un titiritero argentino que había llegado a Sucre. Ella tenía 19 años y él, 36. Se casaron en 1968 y partieron juntos cuando acusaron al cordobés de ser enlace del “Che”. De ese amor intenso, Matilde se siente agradecida.

“Fuimos libres y sólo se puede crear en libertad. Fui muy feliz pese a las adversidades”. Adversidades como el ataque que sufrió de un antisocial en un parque bonaerense, después de una función de títeres, que dañó para siempre su ojo izquierdo.

La poesía y la música

En esos años a medio caballo entre Bolivia y Argentina, Matilde fue parte de una gran generación de artistas que tenían su refugio en la peña Naira, de Pepe Ballón. Allí, venciendo la timidez, dio su primer concierto.

En 1967 presentó su primer poemario, Los ojos abiertos, en una edición argentina que apenas llegó a Bolivia. En 1975 lanzó su primer disco, Una revelación, que incluía los temas Como un fueguito y De regreso. “Ese disco en su momento pasó inadvertido. Además, yo no era ni coqueta ni tenía gran parafernalia en el escenario, era yo y mi guitarra”, recuerda. Años después, Savia Andina grabó “aquel fueguito muerto de frío” y de ahí en más el tema fue un éxito versionado por varios artistas.

Pero el tema que no deja de conmover es la cueca De regreso. Matilde lo compuso cuando retornó a la patria definitivamente tras sus años trashumantes: “Estando lejos siempre extrañé Bolivia. Por eso, con la emoción del reencuentro con este mi país, sentí de nuevo las hierbas y el perfume agreste de los campos, que es lo que sienten todos los que se van”. Así nació el himno.

Casazola ha grabado 85 temas en nueve discos con sus propias versiones. “Tengo otro tanto de canciones inéditas y listas para grabarse”, cuenta.

Asegura que no es ella, sino las propias piezas las que deciden si serán canciones o poemas. “Así nacen y no hay preferidas”; sin embargo, “hay algunas que han sido muy compartidas y se han convertido en entrañables para la gente: la cueca De regreso, el aire de cueca Tanto te ame o El fueguito…”.

En cuanto a poesía, ha publicado 18 libros: tres compendios y 15 poemarios diversos. Pero es mucho el material que no ha visto imprenta. Por eso, uno de los objetivos es lanzar este año un disco y un libro con la voz y firma de Matilde Casazola.

Una vida para el arte

En medio siglo de carrera, Matilde ha superado adversidades como una tuberculosis que le impidió cantar por un tiempo o la afección en la vista. Pero su mayor remedio ha sido siempre el arte: la música, la poesía y también la pintura. “Con los años he vuelto a creer, ahora pido la bendición de la Virgen de Guadalupe. Creo que todos tenemos un ángel, por eso los pinto”, asegura y desde las paredes de su casa los querubines sonríen.

En medio siglo de trayectoria musical, la cantautora y poeta obtuvo numerosos reconocimientos dentro y fuera del país como el Premio Nacional de Culturas en 2016 y la declaración de “Tesoro humano viviente” en Sucre el pasado 25 de mayo.

Está agradecida: “Cada día es digno de ser vivido. Tengo una vida de entrega al arte con pérdidas que asumir y pero sobre todo con regalos que agradecer. Este Cóndor de los Andes es resultado de una obra en música y poesía. Y lo comparto con todos”.

FUENTE : PAGINA SIETE


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