La biblioteca que presta seres humanos en vez de libros

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«Transgénero», «Ex pandillero», «Poliamoroso», «Satanista», «Adoptante soltero». Esos son algunos de los títulos de las obras de la Biblioteca Humana, en la que los tomos son personas hechas de carne y hueso en lugar de papel y pegamento.

Son voluntarios que han enfrentado prejuicios en sus vidas y los lectores pueden pedirlos prestados para una conversación de media hora, en la que se les anima a hacer esas preguntas incómodas que siempre les han intrigado.

La peculiar biblioteca tiene «depósitos de libros locales» en unos 80 países del mundo, donde se «publican» personas, como el peruano Jonathan, también conocido como Samantha Braxton.

Para cuando uno de los los bibliotecarios de la sucursal en Lima la invitó a unirse hace 5 años, Samantha ya era un personaje reconocido y, dado que había sido creada para inspirar y hacer que la gente se sienta bien, la propuesta le cayó como anillo al dedo.

«Cuando me publican siento que puedo experimentar cómo mis lectores borran la imagen que tenían en su mente», dice en el website de la biblioteca, donde aparece como «el libro del mes» de febrero de 2022, con el título «Transformista».

Entre sus lectores, cuenta, hay muchos homosexuales y lesbianas que no se lo han dicho a sus amigos y familiares, así que van en busca de consejos y conocimientos sobre su experiencia.

Y esa es apenas una de los razones para leer esos libros abiertos.

«No tenemos tiempo para detenernos y conocer lo que desconocemos así que metemos a la gente en pequeñas cajas», señala el fundador Ronni Abergel.

«En nuestra biblioteca, recomendamos sentarse y conocer a personas con las que normalmente no charlarías porque hay algo en ellas que quizás te hace sentir un poco incómodo.

«Aprendes tremendamente mucho no sólo sobre ellas, sino también sobre ti mismo».

Ese es el propósito de la Biblioteca Humana: desafiar las suposiciones y los estereotipos que todos tenemos sobre otras personas a través de conversaciones cara a cara.

Libros y música

La idea que se puso a prueba por primera vez en un festival de música en Dinamarca. Abergel, su hermano y algunos amigos reunieron a un grupo de voluntarios para actuar como libros abiertos que la gente podía pedir prestados en el evento.

«Desde el primer día, fue increíble… se agotó: la gente estaba aprovechando la oportunidad. Teníamos más de 50 tomos diferentes en la estantería».

Un momento en particular lo sorprendió: un policía que se había ofrecido como voluntario como libro le contó que había estado hablando con unos estudiantes cuando un amigo borracho de ellos llegó y empezó a comportarse agresivamente.

Antes de que el agente pudiera responder al abuso, los tres lectores se levantaron y le dijeron a su amigo que se callara y se sentara, pues él no conocía al policía como ellos.

«Después de unos minutos protegieron al extraño de un amigo, entonces estábamos haciendo algo valioso«.

En el jardín

Abergel dirigió la Biblioteca Humana como un pasatiempo durante varios años, desarrollando y probando el modelo en Noruega, Portugal y Hungría.

En 2013, registró el concepto y lo asumió como un trabajo de tiempo completo.

Fue entonces cuando, con su equipo, comenzó a construir depósitos de libros en diferentes países, utilizando redes sociales y locales para encontrar voluntarios que estuvieran dispuestos a hablar sobre sus vidas.

El año pasado establecieron un jardín de lectura en Copenhague, donde bibliotecarios ayudan a los lectores a encontrar libros y hay tableros con la lista de títulos disponibles.

Estos varían dependiendo de los voluntarios presentes, y van de «Musulmán» y «En retiro temprano» a «Di a mi hijo en adopción» y «Alcohólico sobrio».

Una vez escogido, el libro y sus lectores se sientan juntos.

«Soy una persona muy curiosa, así que hago muchas preguntas», le dice a la BBC Tina, una de las lectoras.

«Estuve hace dos meses, y leí tres libros. Fue una linda experiencia y durante la semana siguiente, estuve muy emocionada.

«Creo que todo el mundo debería probar esta experiencia porque se pueden aprender mucho», sugirió, mientras en una esquina del jardín empezaba la lectura de «Esquizofrenia».

«Mi nombre es Christian. Tengo 29 años. Soy un maestro y un gran nerd, y también tengo esquizofrenia.

«La esquizofrenia es una enfermedad en la que uno tiene una psicosis en curso por alguna razón no claramente definida.

«Lo clásico es escuchar voces, ver cosas, y así. Pero yo principalmente he estado lidiando con lo que se llama delirios como ‘Los Illuminati están tratando de atraparme y están controlando el mundo desde las sombras’.

¿Por qué decidiste ser un libro de la Biblioteca Humana?, le preguntamos a Christian.

«Siempre voy a tener noches en las que me acuesto despierto en la cama, aterrorizado. Pero, si al hacer esto ayudo a una sola persona, entonces deja de ser una aflicción y se convierte en una herramienta que se puede usar para algo útil.

«Desestigmatiza algunos temas que creo que se necesita desestigmatizar».

¿Y las mentes obtusas?

La Biblioteca Humana celebra sesiones públicas regulares en todo el mundo, donde quienquiera puede visitarla.

Sin embargo, parece atraer a personas que de por sí ya son curiosas y de mente abierta.

«Con la ofrenda pública estamos potencialmente predicando un poco a la congregación», admite Abergel. «No esperamos que los odiadores o las personas llenas de miedo aparezcan por su cuenta».

«Pero llegamos a algunos de ellos a través del trabajo«, añade, refiriéndose a que, para financiar las sesiones públicas, organizan eventos para empresas privadas, desde compañías multinacionales como Google hasta empresas regionales.

En la compañía cervecera holandesa Heineken, Katie, de la Biblioteca Humana, abrió la sesión diciendo…

«Cuando estamos en el lugar de trabajo o en las redes sociales, a menudo hay que caminar en puntillas en torno a la diversidad y la diferencia. Muchos no quieren equivocarse, lo que comprensible.

«Lo importante aquí es recordar que a estos libros puedes preguntarles cualquier cosa. Nunca te van a hacer sentir mal por la pregunta que hagas».

«Cuando, por ejemplo, Heineken hace su capacitación en desarrollo de liderazgo, se espera que todos asistan, les guste o no», subraya Abergel.

¿Funciona?

Los comentarios que reciben de las personas que asisten tanto a las sesiones públicas como las privadas son muy favorables pero, ¿hay evidencia de que la Biblioteca Humana funciona?

«Tenemos un estudio de impacto reciente, basado en unas sesiones en línea realizadas el año pasado para Zurich Insurance. Una empresa consultora externa hizo una evaluación.

«Es una muestra pequeña, pero muy prometedora. Demostró que tiene un profundo impacto», señala Abergel.

«Pero, ¿tengo estudios de campo a largo plazo? No. ¡Ojalá! Nunca tuve los recursos para invertir en este tipo de monitoreo, pero algún día lo haremos.

«Lo que sí tengo es 21 años de trayectoria, creciendo cada año más y más y obteniendo socios del mundo exterior que asumirías que no invierten en algo malo. Entonces, cuando Starbucks o Google se relacionan con nosotros, es porque saben qué tipo de valor aportamos».

¿Y a los libros, se les paga o siempre son voluntarios?

«La credibilidad del libro está en juego. Si le pagas tus libros, ¿es por eso que dicen lo que dicen? Les damos todos los recursos que podemos sin profesionalizarlos.

«Ser un libro abierto no debe convertirse en toda tu identidad. Eso no es saludable para nadie», declara el fundador de la biblioteca.

Para la cordura

La Biblioteca Humana está construyendo depositos de libros en países donde tienen fuertes vínculos corporativos, como Dinamarca, Reino Unido y Estados Unidos. Planean poner sus recursos sobrantes en países donde creen que pueden crecer.

«Estamos desplegando muchos proyectos interesantes que se van a multiplicar y escalar. Más acceso a las personas y más instituciones que integran tanto a las organizaciones, universidades y autoridades locales y públicas».

También hay planes de lanzar una aplicación en la que la gente podrá registrarse como lector y solicitar un libro de un catálogo en línea.

«Podrías estar en tu hogar y pedir prestado a alguien en Nueva Zelanda o en Corea del Sur».

A pesar de toda su innovación, Abergel es realista y sabe que es poco probable que un libro cambie a alguien con opiniones extremas, pero podría ayudar a la mayoría de las personas a mantener sus mentes abiertas.

«Si todas esas fuerzas polarizadoras están tirando de mí, ¿quién me va a mantener cuerdo, equilibrado y no extremo?

«Lo mejor es ser abierto y honesto, y hablar de nuestras diferencias, sacarlas a la luz y encontrar formas de avanzar. De lo contrario simplemente vamos a vivir despreciándonos, disgustándonos, evitándonos unos a otros. ¿Qué aporta eso a la calidad de vida?».

FUENTE: EL DEBER


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