Cuando el “Día del Médico” llega en plena guerra viral.

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Pasaron y pasan de todo, al frente de una lucha sin precedentes. Los primeros días, “embolsados” con sacos de lluvia de aquellos que se venden a cinco pesos, máscaras improvisadas y con sus principios de “salvar vidas” en alto. Muchos murieron y lo siguen haciendo dando lo mejor de sí en los hospitales de todo el país.

En Bolivia, más de 600 médicos perdieron la vida a causa del Covid-19. Para la mayoría de los galenos la guerra se les vino sin previo aviso y les encontró sin tres cosas puntuales: “infraestructura, equipamiento y equipos de protección personal”, pero esto se agravó aún más cuando debido al colapso de los hospitales también para ellos fue difícil acceder a una atención oportuna y entonces tocó morir.

Los bolivianos recordaremos siempre al aguerrido doctor Oscar Urenda, el secretario de salud de Santa Cruz, quien lideraba la lucha contra la pandemia en esa región. Murió tras estar más de 46 días internado. Como él fallecieron muchos otros, tales como el reconocido médico Roberto Tórrez, jefe de Epidemiología del Servicio Departamental de Salud (Sedes) también de Santa Cruz.

En La Paz al finalizar agosto y comenzar septiembre murieron cuatro médicos: el neumólogo José Urizacari, pionero en la lucha contra el cáncer y que comenzó con la colposcopia en Bolivia; Jaime Leaño, médico de Chulumani; el galeno Nicolás Valencia; y Ramiro Jáuregui, médico familiar de una red de salud.

Según reportan medios nacionales hace más de un mes, Urizacari escribió en su cuenta de Facebook que sentía “la derrota en carne propia, pues ni el hospital donde trabajaba o su seguro de salud se encargaría de él o los suyos”.

“No tenemos lo más básico para prevenir catástrofes como la que vivimos, no tenemos camas ni hospitales no tenemos dónde permitir que (los pacientes) reciban oxígeno, (…) no tenemos ni la protección mínima, una máscara apropiada para seguir atendiendo al desprotegido, al huérfano”. Urizacari cerró los ojos por última vez con aquella decepción clavada en el pecho.

De acuerdo al secretario ejecutivo del Sindicato de Ramas Médicas de la Salud Pública de La Paz (Sirmes), Fernando Romero, se fue una gran generación de especialistas. “Ahí están profesores internacionales, subespecialistas, anestesiólogos, neumólogos, investigadores, una generación de una calidad enorme e increíble que lastimosamente la hemos perdido y que va a costarnos mucho reemplazar”, apuntó.

Sin nada que celebrar

Tras más de seis meses de lucha los médicos continúan al frente y aunque los datos a nivel nacional presentan un leve descenso, estamos muy lejos de ganar la guerra. Así lo asegura Patricia Molina, quien es pediatra y no ha dejado de atender a sus pacientes las 24 horas.

Cuando se le pregunta por este nuevo aniversario dice sin dudar que no hay nada que festejar, que éste es un día doloroso y de luto para el sector, pues en Tarija como en todo el departamento muchos colegas han muerto. Al mismo tiempo asegura que las cifras en el departamento no son nada alentadoras y dice, sin dudarlo, que aún la guerra continúa.

Incidencia   Tarija es el cuarto departamento con más casos de Covid-19 a nivel nacional

Pero también en esta contienda se llevan lo peor las familias de los médicos fallecidos, aquellas que quizás nunca podrán reponerse de la perdida.

Romero, por ejemplo, denunció que desde abril el Gobierno incumple el pago de indemnización a las familias de los médicos y personal sanitario fallecidos. “Los familiares de nuestros colegas están pasando necesidades económicas muy difíciles”, dijo Romero apenado y molesto.

Con la fe y el deber firmes

 Las ginecólogas Leyda y Nivia González-Tarija 2020/El País

Leyda Gonzales es ginecóloga, le ha tocado vivir junto a su familia, quizás el peor momento de su vida. Su esposo es anestesiólogo y en esta guerra contra el Covid-19 estuvo a punto de perder la batalla en una sala de terapia intensiva.

Sus niños también enfermaron, y gracias a Dios, ella fue asintomática por lo que pudo estar al frente de la batalla y ver cómo a raíz de los esfuerzos de sus colegas en la atención de sus seres queridos, todos se fueron recuperando. Hoy agradece a Dios la gran oportunidad de estar nuevamente sanos y en familia.

Le pedimos unas palabras y no pudo evitar llorar al revivir su experiencia.  “Recibir este día es muy diferente a otros años, nos embarga la tristeza por tantos colegas y amigos que se fueron, que entregaron su vida en el trabajo, en lo único que sabemos hacer”, expresa con la voz entrecortada.

Y de inmediato, con la fuerza que la caracteriza, agrega que en su profesión es imposible dar un paso al costado o atrás, sino más bien deben ir siempre adelante. “Ésa es la gran responsabilidad que tenemos para con la sociedad y con los nuestros”, destaca.

Más aún, admite que el temor es grande, sobre todo cuando se busca evitar llevar a sus hogares el virus y ver luego sufrir a los que aman. “Seguiremos adelante, aunque la gente olvide muchas veces que los médicos somos tan humanos como los pacientes, que también nos enfermamos, que también tenemos miedo, que también para nosotros este virus fue nuevo, que también tener que usar barbijo y todo el equipo de protección durante horas es difícil y agotador”, detalla Leyda.

Y finalmente asegura que “solo queda mirar al cielo dar gracias a Dios por un 21 de septiembre más y rogar que nos brinde su bendición”.

El presidente del Colegio Médico de Tarija, Jaime Márquez, manifestó que aunque todos los actos presenciales están suspendidos. Hoy se realizarán reconocimientos virtuales a los médicos que tienen más de 25 y 50 años de servicio.

ElPaís.


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