Guerra de cárteles se reconfigura en Guanajuato tras caída de capo mexicano.

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Cuando se cumple un mes de la captura de José Antonio Yépez Ortiz, alias el Marro y uno de los capos más peligrosos de México, la sombra del miedo y la violencia permanece en el estado de Guanajuato, principal centro de operaciones de quien fuera la cabeza del Cártel Santa Rosa de Lima.

«La verdad es que yo me sigo sintiendo inseguro, con o sin el Marro. Los asaltos y robos siguen así que pues aquí seguimos», dice este miércoles a Efe Sergio, comerciante y uno de los pocos que aceptan hablar sobre el tema.

Otros, la mayoría en esta región industrializada del centro de México, prefieren no opinar.

Fue la madrugada del domingo 2 de agosto cuando Yépez Ortiz fue detenido en el municipio de Santa Cruz de Juventino Rosas en un operativo realizado por fuerzas federales y estatales, en el cual también fue liberada una empresaria que estaba secuestrada.

La Fiscalía General del Estado logró que fuera procesado por un juez local por el delito de secuestro, el cual le podría representar una sentencia de hasta 90 años de prisión.

No obstante, el líder del Cártel Santa Rosa de Lima también era buscado por la justicia federal por los delitos de robo de combustible y delincuencia organizada. Por lo que la Fiscalía General de la República también logró que fuera vinculado a proceso por esos crímenes.

En la actualidad se encuentra recluido en la prisión federal de máxima seguridad del Altiplano —conocida también como penal de Almoloya—, a la espera de conocer su suerte.

LA INSEGURIDAD PERSISTE

Sin embargo, la violencia en Guanajuato, con aproximadamente 6 millones de habitantes, está lejos de extinguirse, advierte el consultor y especialista en materia de seguridad pública, David Saucedo Torres.

Señala que la zona de guerra solo cambió de ubicación, pero se mantiene dentro del Estado.

Antes, el cártel guanajuatense enfrentaba al Cártel Jalisco Nueva Generación en los municipios de Celaya, Apaseo El Alto, Apaseo El Grande y Salamanca, entre otros, que es donde tenía su base la agrupación del Marro.

«Ese debilitamiento no significa que el Cártel (Santa Rosa de Lima) esté completamente derrotado, sigue habiendo actividad, sigue habiendo balaceras, conflictos entre las células armadas de ambos cárteles, pero en esa región sí ha habido una disminución marginal de la violencia homicida», dijo Saucedo.

Las cifras del Gobierno de México reflejan que en Guanajuato hubo una disminución en los homicidios a partir de la captura del Marro: en julio se registraron 402 asesinatos y en agosto 351, lo que representa 12,7 % menos.

«Sigue habiendo problemas. Ayer fue el estado con más homicidios, Guanajuato, (aunque) ya no igual, ha habido una disminución», reconoció este miércoles en la rueda de prensa matutina Andrés Manuel López Obrador.

Aunque ahora la organización de Jalisco que lidera Nemesio Oseguera Cervantes, apodado el Mencho, se agrupó en León, la ciudad más grande del estado con 1,6 millones de habitantes, donde enfrenta a otros grupos locales como Unión de León y Cártel Nueva Plaza.

Saucedo añade que estas relativamente nuevas células criminales son financiadas por el Cártel de Sinaloa, liderado por décadas por el hoy preso Joaquín «el Chapo» Guzmán e Ismael «el Mayo» Zambada.

Este poderoso cártel busca evitar a toda costa que el de Jalisco Nueva Generación, con la caída del Marro, controle por completo Guanajuato y así aumente sus finanzas y su poder.

«Guanajuato en realidad es el campo de batalla de dos cárteles nacionales, el de Sinaloa y el Jalisco Nueva Generación, y para eso utilizan a grupos locales. Es decir, somos el teatro de sus disputas y el campo de sus batallas», apuntó.

Reflejo de este conflicto es que agosto fue el mes más violento en León al menos desde 1997, con 87 homicidios dolosos, casi tres al día en promedio.

«Está brava la situación, ahora sí que uno ya no sabe si un día le tocará a una sin deberla ni temerla», dice con risa nerviosa la joven Berenice mientras camina, una habitante del municipio.

Así, la captura del Marro no significó la paz, sino solo la reubicación de la guerra del crimen organizado en Guanajuato, con diferentes protagonistas y distintos objetivos.

Por un lado, el Cártel Jalisco Nueva Generación busca tener el control de las vías de comunicación del céntrico estado para el trasiego de droga hacia el norte de México, mientras que el otro poderoso cártel nacional, el de Sinaloa, busca impedir que sus rivales acumulen más riqueza y poder.


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