Expertos coinciden en que el uso de biotecnología en el agro impulsará la recuperación económica.

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“Se trata de eficiencia productiva y competitividad”. Así, con ese mensaje, Fidel  Flores, pequeño productor de Cuatro Cañadas (Santa Cruz), planteó la necesidad urgente de introducir los eventos de soya transgénica -HB4 e Intacta- para reactivar la economía y garantizar la seguridad alimentaria en la actual coyuntura de pandemia global del Covid-19. La reflexión del productor fue compartida en la reunión digital ‘Agricultura, Transgénicos y Economía’ en la que también intervinieron Jorge Akamine (presidente de Colegio de Economistas de Bolivia), Fernando Asturizaga (jurista y asesor agrario) y Celia Gonzales (biotecnóloga ambiental). El evento fue organizado por la empresa Paragraph.

A juzgar por Flores -lleva 30 años produciendo granos- en las condiciones actuales producir ya no es rentable porque se destina mayor cantidad de recursos para comprar pesticidas que se requieren para controlar las plagas en los cultivos, lo que, según dijo, incrementa los costos de producción. 

Ante este panorama adverso, cree que el uso de la biotecnología, con nuevos eventos de soya tolerantes a sequía, ayudará a controlar la maleza, reducir los costos de producción y, lo más importante, aumentará los rendimientos en los cultivos. “Con esta herramienta científica, lo que buscamos es ser eficientes y competitivos en la producción, garantizar la seguridad alimentaria del país y contribuir a la reactivación de la economía nacional que está golpeada por el Covid-19”, apuntó el productor.

Flores alentó a la población a no dejarse llevar por comentarios malintencionados en sentido de que los transgénicos afectan a la salud e hizo notar que en Bolivia se consumen alimentos y derivados de maíz, soya y trigo, que provienen de países donde la producción agrícola es 100% con semillas transgénicas.

Para Akamime, en la actual coyuntura de crisis económica de ‘shock’ que afronta el país debido a la pandemia global del coronavirus se hace imperiosa la necesidad de acceso y validación de nuevos eventos biotecnológicos para que sea el aparato productivo cruceño y nacional el que impulse la reactivación y recuperación de la economía. Denotó que el agro, que hasta el año pasado fue el motor que dinamizó el crecimiento, requiere más que nunca condiciones para sostener la estabilidad laboral de miles de personas que dependen de este sector.

En el caso de la biotecnología, Akamine cree que falta comunicación e información en el medio con respecto a los alcances de la biotecnología, cuyo beneficio aplicado en el campo genera utilidades tanto al productor como a la economía nacional. “Hay alertas en el agro y hay que actuar para que no sucumba”, manifestó, al reflexionar que si nosotros (país) no la aplicamos, la seguiremos consumiendo de otros países. Cree que el acceso a nuevos eventos biotecnológicos incentivará inversiones ‘frescas’ y que Bolivia tiene la capacidad para abastecer el mercado interno y convertirse en un jugador importante, como lo es Paraguay, en la exportación de alimentos.

La ponencia científica estuvo a cargo de Cecilia Gonzales, quien cree que el rechazo a los transgénicos, por una parte de la población, es consecuencia de la falta de una política pública que promueva el desarrollo de ciencia y tecnología, liderada por científicos bolivianos. Expone que Bolivia debe mirar más allá del método tradicional-convencional de producción y apostar por la agrobiotecnología, un sistema que relacionado con buenas prácticas agrícolas -manejo y nutrición de suelo- trae beneficios, tanto productivos como económicos para los productores y el país.

Desde su visión científica, Gonzales cree que en Bolivia es posible convivir con el sistema de producción orgánico que proclaman los defensores ambientalistas y el biotecnológico que reclaman los productores del oriente que ejecutan una agricultura extensiva en tierras altamente productivas.


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