Richard Sandóval le puso nombre y apellido a la pandemia, y desnudó la vulnerabilidad del sistema de salud.

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Richard Sandóval Krust iba a cumplir 50 años el 18 de junio, no estaba en el grupo de riesgo, pero las condiciones de su muerte, que ocurrió mientras deambulaba en una ambulancia entre dos ciudades y estaba a punto de llegar a un hospital de El Alto para conectarse a un respirador artificial, le han puesto nombre y apellido al coronavirus, que hasta ahora era sólo cifras para Bolivia, han desenmascarado al enemigo invisible y desnudaron la vulnerabilidad del sistema de salud del país.

Uno de sus mejores amigos, Miguel Gisbert, lo describió como una gran persona, un hombre inteligente y profesional muy capaz. Obtuvo el bachillerato en 1987, egresó del Instituto Americano de La Paz, luego cursó la carrera de ingeniería electrónica en la Universidad Mayor de San Andrés, la completó en cuatro años, y se fue a Chile, donde realizó una maestría en telecomunicaciones, el rubro en el que siempre se desenvolvió. 

Era un líder, fue dirigente universitario, le gustaba la política, la llevaba en la sangre. Le confieso que en varias charlas, me dijo que soñaba ser presidente de este país. Su padre, Alcides Sandóval Morón, murió en el Gobierno de facto de Hugo Banzer. Fue criado por Emilio Arrien y Pura Sandóval, sus tíos. Sus primos hermanos, Óscar Arrien (quien fue parlamentario por el MNR) y Sonia, eran como sus hermanos», complementó Miguel Gisbert. Tiene dos hermanas de padre y madre, Vianka y Sider.

Se casó en 1996 con Claudia Gonzales, la líder de la Fundación Alalay, una organización sin fines de lucro que se impuso como misión “contribuir a revertir las condiciones de pobreza afectiva, económica, social y espiritual en niños, niñas, adolescentes y en familias en situación de alto riesgo, a través de un enfoque de prevención y protección centrados en el ejemplo de Jesús”.  Gisbert aseguró que Richi trabajaba con ella codo a codo en ese proyecto. La familia frecuentaba la Iglesia evangélica Kairos.

Tienen dos hijos, Nicolás, que tiene 22 años, terminó la universidad, y actualmente vive y trabaja en Miami. De hecho, a principios de marzo, cuando viajó por negocios a Nueva York, hizo una escala que propició el último encuentro entre ambos. Ninguno de los dos imaginó que el abrazo que se dieron al despedirse iba a ser el último. Su otra hija es Sofía, de 14 años.

Fue gerente general de Entel, antes de su nacionalización. En los últimos años asumió ese mismo cargo en la empresa AXS. Una de sus colegas que pidió no ser identificada, recuerda con sinceridad que tenían algunas diferencias en lo laboral, pero al mismo tiempo reconoció que “definitivamente fue el piloto del nuevo despegue que dio nuestra empresa, era un gran profesional”.

Su hermana Vianka, en su cuenta de Facebook, pidió fortaleza a Dios, aunque reclamó: «No entiendo, estoy tan enojada. Por qué llevarte a ti, un ser de luz, una persona que todos amaban porque repartías amor, un ser tan generoso que siempre estabas para ayudar a todos en la familia, a los seres que más necesitan»

Luego remarcó: «¿Cómo hago Richi para seguir sin tí? si eras mi todo, mi hermano, mi bebé, mi asesor espiritual, mi consuelo en momentos complicados, mi luz cuando estaba caída. ¿Cómo hago? desde que te detectaron el virus estuve en oración permanente, pero desde tu muerte no puedo, he caído en un abismo que no sé cómo salir«.

Su muerte, ha generado un efecto crítico en la sociedad paceña y boliviana, advierte su amigo, el comunicador Luis Miranda Meyer. “Nos pone ante un escenario espeluznante. Este virus ha dejado verse para nosotros números fríos de casos y de fallecidos, Richard le ha puesto nombre y apellido, con lo que queda claro que el enemigo puede atacar a cualquiera y que si lo hace, nuestro sistema de salud, público y privado, no está preparado. Ni siquiera le han dado la posibilidad de dejar de respirar en La Paz, tuvo que ir a El Alto, porque nadie quiso o no pudo atenderlo en esta ciudad. Tal vez se le pudo salvar la vida”.

En un comunicado, la familia de Richi, como le decían, expone las razones que a su criterio imposibilitaron que él reciba una «atención médica oportuna y de calidad, pero al mismo tiempo , queremos dirigirnos a las autoridades del Ministerio de Salud, al Sedes, al Gobierno Municipal y a las Instituciones Privadas de salud para que rectifiquen sus procedimientos, corrijan sus fallas y sancionen a quienes actuaron con negligencia e indiferencia y así podamos evitar que otro boliviano viva y sufra» este viacrucis.

Richard Sandóval llegó de Nueva York el  17 de Marzo. Al día siguiente empezó a sentir molestias, por lo que decidió guardar reposo. El Lunes 23 de marzo solicitó al Sedes la realización de la prueba COVID-19. Esta institución, según la familia, tardó 48 horas en acudir al llamado, pese a que se había advertido a la familia que los síntomas se ajustaban al contagio del coronavirus. 

El jueves 26, aún sin contar con el informe de laboratorio, Richard se dirigió a la Clínica del Sur donde fue atendido por el médico neumólogo e internado inmediatamente en una zona de aislamiento. Mientras esperaba por la consulta. El Sedes comunicó directamente a ese centro médico que la prueba era positiva.

Esa noche, el jueves, en su informe oficial, el ministro de Salud, Aníbal Cruz, señaló que se habían registrado en La Paz ocho casos nuevos. Cuatro de ellos, importados; uno de transmisión local y tres en investigación. Uno de ellos era el de Richard.

La familia señala, en el comunicado, que hasta ahí todo estaba bien, «le habían empezado a administrar oxígeno y la medicación recomendada. Al día siguiente empezaron una serie de acciones que sin duda alguna son responsables del fatal desenlace». 

Dicen en el comunicado que al mediodía del viernes 27 de Marzo, les comunicaron que una ambulancia (luego la Alcaldía admitió que era de su jurisdicción) había recibido la instrucción de trasladarlo al Hospital Municipal de la Portada y que el Ministerio de Salud habría instruido que todo paciente diagnosticado con el COVID-19 debía ser tratado en ese establecimiento. La ambulancia no tenía camilla y Richard llegó en mal estado a La Portada».

En el texto, se revela que se recurrió a «algunas amistades para solicitarles que puedan brindarle la mejor atención posible en ese hospital municipal, hablamos con la Directora del Hospital e incluso con el Alcalde Luis Revilla. Los familiares nos limitábamos a llevarle algunas medicinas que nos solicitaban, antibióticos, Hidroxicloraquina, Jarabes para la Tos e incluso Bigoteras para la administración de oxígeno. Lo que no nos habían dicho, es que ese Hospital no contaba con tomógrafo ni un intensivista permanente quien pueda colocar el respirador a los pacientes, elementos básicos para tratar la enfermedad. La atención de la Directora no solo fue descortés, sino torpe y desconsiderada».

El Gobierno, a través del ministro de Salud ordenó el martes una investigación exhaustiva de lo ocurrido en este caso, incluso en la vía penal. El Alcalde de La Paz, Luis Revilla aseguró estar a la espera de los resultados de la misma. 

¿Por qué se sacó al paciente de la Clínica del Sur, donde según la familia era tratado satisfactoriamente? Revilla contestó que  «con respecto al protocolo que se ha seguido, debemos decir que esa es la manera que se ha establecido para tratar a los enfermos de coronavirus. Desde un principio se dijo que en La Portada se iba a tratar a pacientes leves y moderados, y si presentaba alguna gravedad, debía remitirse a un hospital de tercer nivel«, afirmó el burgomaestre. Al ser un centro de segundo nivel, La Portada no tiene terapia intensiva.

En varias reuniones de la semana pasada, la Alcaldía, la Gobernación y el Gobierno nacional definieron que los centros de salud municipal se activen para casos sospechosos con síntomas leves; que los Covid-19 positivos moderados sean atendidos en La Portada, que fue elegido como el centinela. En tanto, los casos graves con terapia intensiva debían pasar a los de tercer nivel. Los públicos, a cargo de la Gobernación.

El sistema de salud establece, entonces, que un paciente debe ser internado, si es un caso de gravedad moderada, en un hospital que no tiene intensivistas ni respiradores y si es necesario, debe ser trasladado a otro centro hospitalario más equipado, perdiendo minutos y hasta horas claves para salvarle la vida.

Revilla destacó que «hay muy pocas unidades de terapia intensiva en La Paz, son 87. Menos de la mitad están en establecimientos públicos el resto se encuentra en clínicas privadas, imaginen el problema que estamos enfrentando. Por eso es importante que ambos trabajen como una sola unidad para poder atender estos servicios, ojalá que eso se pueda atender cuanto antes».

La familia se hace las siguientes preguntas, en su comunicado: La primera, ¿cómo es posible que las autoridades de salud deriven a un paciente diagnosticado con Covid-19 a un centro que no tiene un tomógrafo, ni siquiera un intensivista?, ¿Porque el Sedes (dependiente de la Gobernación), según nos indica la Clínica del Sur, ordenó el traslado del paciente a un lugar sin condiciones mínimas, luego la familia reveló que los responsables de salud de la Alcaldía les dijeron que podían conseguir un intensivista «y si lo pagábamos, el Hospital lo autorizaría».

El domingo a las 19:30 aproximadamente, la familia recibió la última comunicación sobre el estado de salud de Richard, les indicaron que tenía dificultades para respirar. Ya cerca de las 21:00 del domingo 29, «nuestra desesperación por conseguir un respirador no encontraba resultados. Las clínicas privadas que llamábamos nos indicaban que su terapia Intensiva estaba ocupada (después pudimos verificar que en la mayoría de los casos eso no era cierto). La pregunta es: ¿No es el Estado el que debe garantizar la salud y la vida de las personas, obligando a cualquier unidad hospitalaria la recepción de un paciente que tiene su vida en riesgo? Finalmente, lo llevaron al Hospital de El Alto Norte, donde llegó, según nos dicen, sin signos vitales alrededor de la medianoche».

En un comunicado, la Alcaldía manifestó que «a solicitud de la Clínica del Sur, tal como consta en la boleta de referencia, el señor Sandóval fue referido por el Sedes al hospital municipal centinela de segundo nivel de atención del Gobierno Municipal de La Paz e internado en el hospital La Portada, el sábado 28 de marzo».

El Gobierno Municipal corroboró que La familia del señor Sandóval propuso contratar un servicio privado de terapia intensiva. «Personal de la Secretaría Municipal de Salud se contactó con profesionales del área que, con diversos argumentos, negaron esa posibilidad. Siguiendo el protocolo establecido por el Ministerio de Salud y al agravarse los síntomas del señor Sandóval, se determinó la necesidad de trasladarlo a un hospital de Tercer Nivel».

Lo siguiente que hizo el personal médico de la Alcaldía fue contactar inmediatamente a varias clínicas privadas en procura de conseguir el servicio de terapia intensiva que necesitaba el paciente, pero estas «se negaron recibirlo. Se siguió protocolo establecido, contactando al Hospital del Norte, que es el hospital de referencia para casos severos de coronavirus, que aceptó recibirlo», pero ya no pudo llegar.

El ministro de Salud sentenció ayer que es importante que «podamos contar con todos los hospitales públicos y clínicas privadas en el momento que necesitamos. Todas las infraestructuras del país, serán utilizadas. En otros países intervinieron a las clínicas privadas. Los han nacionalizado y lo haremos, porque no vamos a permitir que el centro médico, el vecino o cualquier persona no quiere».

Desde la Clínica del Sur puntualizaron que atendieron al empresario siguiendo los protocolos de la normativa vigente respecto a los casos positivos por Covid-19, al igual que se remitió el caso a autoridades de Salud, como estipula la norma. A través de un comunicado afirmaron que no se negó la atención de ningún momento y que cuentan con la capacidad técnica y profesional para atender a pacientes infectados por el virus, a tiempo de lamentar el fallecimiento del empresario.

No saben qué hacer

Los centros de salud privados no se habrían preparado con los implementos necesarios para la atención de los casos de esta pandemia, esto se evidencia en una historia colateral, relatada por José Andrés Muñoz y Sharon Cordero, en Facebook.

En la mañana del 26 de marzo, ambos fueron testigos de la llegada de Richard a la clínica del Sur, «donde fue recibido por el personal del establecimiento, quienes en vez de llevarlo inmediatamente a una sala de aislamiento lo hicieron esperar unos minutos en la sala de espera, donde había otras personas, para luego ingresarlo a un consultorio donde atienden a pacientes comunes. Tiempo después de eso lo trasladaron a una sala de aislamiento; si bien este lapso fue corto, se debe aclarar que ni el personal ni los pacientes ni las visitas que se encontraban presentes en ese momento y en el mismo ambiente contaban con las medidas de bioseguridad necesarias para la llegada de este paciente». 

El relato continúa, y describe el apuro de los empleados de la clínica, donde no se había habilitado medidas de seguridad. «Cuando llegó el señor Sandoval, el personal recién se puso a buscar los implementos de bioseguridad y ni siquiera sabían dónde estaban». Mientras uno de los testigos era sometido a una ecografía, escuchó a las enfermeras comentar que no tenían todos los elementos necesarios como los lentes de seguridad.

Una persona de limpieza, cuando aislaron a Richard, ingresó a limpiar el consultorio apenas con un barbijo puesto; uno de sus compañeros que se percató de esta falta le indicó que debía tener mayor protección para realizar ese trabajo, «no solo un barbijo común y corriente; luego se acercó al guardia de seguridad para preguntar si contaba con barbijos para las personas que llegaran a la clínica, él respondió que no y en ese momento le proporcionaron el material, tanto para él como para quien lo necesitara». 

Según las fuentes, la clínica tiene obligación de tener a la mano todas las herramientas e indumentaria necesarias en caso que llegara un paciente sospechoso de Covid-19, no solo para el personal, también para todas las personas que estuvieran en el mismo piso, ya sean pacientes o visitas.

Su médico de cabecera pidió a los dos testigos que realicen una cuarentena de 14 días, por seguridad. Ellos relatan que se aislaron, pero advirtieron que vanas fueron las llamadas a la Clínica, que nunca les confirmó que habían internado a una persona con coronavirus. Tampoco lo hizo el Sedes, que también lo sabía. Solamente les pidió que en caso de sentir los síntomas se comuniquen de inmediato. Se preguntaron por qué se restringe y esconde la información.

ElDeber.



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