Los dirigentes y vecinos se organizan para apoyar en las calles a los efectivos de las Fuerzas Armadas, de la Policía y funcionarios de Alcaldía en el control diario del cumplimiento de la cuarentena, al mismo tiempo procuran que los mercados no se desabastezcan; el Obispo Cristóbal Bialasik lanzó un sermón dando la esperanza de que con la Virgen de la Candelaria saldrá adelante; mientras que los periodistas se concentraron en su labor de informar y de abrir sus medios para la catarsis de la población.
Así los orureños enfrentan el Covid 19 hasta ahora con éxito, porque hace más de tres semanas se mantienen en un silencio epidemiológico y redujeron su número de personas contagiadas con el virus: de los ocho casos que presentaron desde que el coronavirus llegó a Bolivia, el primero (su paciente cero) ya fue dada de alto debido a su recuperación.
La región fue la primera en declarar la cuarentena. Apenas se supo del primer caso, las autoridades de la región decidieron suspender las labores escolares y declarar cuarentena entre las 18:00 y 06:00. “El resto del país nos dijo que nos estábamos acelerando, que era una exageración, pero ahora vemos que era lo mejor”, dice Willma Magne, presidenta de la Federación de Juntas Vecinales de Oruro (Fedjuve).
La dirigente informa que ante es declaratoria, los vecinos de la gran mayoría de las juntas vecinales y asociaciones comunitarias se organizaron y respetando la cuarentena para llegan hasta los principales mercado a donde la gente acude a abastecerse de alimentos para ayudar a los efectivos de las Fuerzas Armadas, Policía y funcionarios de la Alcaldía a hacer respetar la medida de bioseguridad.
Dice que la estrategia es reflexionar a los que “contradicen” la paralización de actividades, pero no de manera agresiva, sino “reflexionándoles, conversando, explicándoles que la medida era por nuestro bien”.
Al mismo tiempo, los dirigentes hacían gestiones con comerciantes y distribuidores de alimentos para prevenir el agio y la especulación y que los alimentos no falten en los mercados. Willma vive en la zona la Kantuta, que alberga a uno de los centros de comercio más importantes de Oruro.
Por ejemplo, en una de esas jornadas de control, se encontraron con que en el mercado Max Fernández, los productores llegaban en la madrugada con sus mercancías que vendían a los intermediarios a precios más bajos de lo normal, por temor a que se les echara a perder.
“Los vecinos, las juntas y asociaciones comunitarias nos fuimos organizando para cumplir las normas, primero departamentales y luego nacionales. Se reflexionó ante los que contradicen. De acuerdo al día de circulación, con el carnet de identidad, fuimos a los mercados, como Max Fernández, donde van los revendedores. Ahí estuvimos desde las 05:00 hasta las 07:00 y vimos cómo compraban a precios bajos para después revenderlos en precios altos”, cuenta.
Willma destaca que en las calles de Oruro se ve cómo los ciudadanos apoyan y defienden a los efectivos militares y policiales si “algún otro ciudadano les responde mal o los agreden” cuando hacen cumplir la cuarentena. Destaca que los orureños no apelan a la agresividad para convocar al otro a que cumpla la medida de bioseguridad.
“Hay gente que se enoja, ante lo que otras personas responden de buena manera y les aconsejan, les orientan. La gente defiende a los uniformados, no para entrar en discusión, sino para hacerle reflexionar a los que infringen; se suman a los uniformados para socializar al que reacciona contra el que controla”, dice la dirigente que ahora trabaja con algunos de sus vecinos para conseguir permisos de tránsito para llegar con mercados móviles a las zonas alejadas.
“Estamos yendo a las zonas con permisos de tránsito para llevar carne, verdura. Distribuidores de carne, como doña Paola, quieren llevar sus productos al mismo precio a las zonas, sin intermediarios. Queremos permiso para tres movilidades para llevar huevo, carne y otros productos. Así los orureños nos estamos apoyando”, dice.
¿El arma para toda esta movilización? El Whatsapp.
¿Pero cómo se logró paralizar la zona comercial de Oruro, una de mayor movimiento en Bolivia? “Fue difícil, los policías y militares y funcionarios de la Alcaldía cercaron mercados como la Kantuta y pedían barbijos, el lavado de manos, el metro de distancia, mucha gente se resistía, pero había alguien que los respalda a los uniformados. Los ciudadanos de a pie no tenemos que ver que la gente atropella al que nos está cuidado, sin aconsejar; no tenemos que discutir, sino explicarle que a nosotros nos están cuidando”, afirma Willma.
Fe en la Virgen y colaboración de los Urus
Otro factor fundamental en la batalla de Oruro contra el Covid 19 fue la fe en la Virgen de la Candelaria, la patrona del departamento. Los orureños coinciden en que estaban “tristes y preocupados” por las desgracias que vivieron en las últimas entradas de su Carnaval, declarado patrimonio intangible de la humanidad por la Unesco. En 2014 sufrieron, en plena entrada, el derrumbe de una pasarela que dejó al menos cuatro muertos, y en 2018 dos explosiones dejaron 12 muertos y más de 50 heridos. Este año el Carnaval se caracterizó por el reducido número de espectadores, lo que llamó más la atención de los orureños.
“Pasamos tantas cosas, la caída de la pasarela, las explosiones y el último carnaval todos los orureños estuvimos tristes, la gente no pudo asistir… después nos vinos con esta pandemia, fuimos, después de Santa Cruz, el primer departamento a donde llegó la enfermedad. Yo creo que eso hizo que todos reflexionemos y nos conscienticemos”, dice Oswaldo, un vecino de la zona norte de Oruro.
“Después del primer caso de Covid 19 confirmado, en la ciudad reinaba la incertidumbre, pero se empezó actuar rápidamente. La ciudad fue golpeada por la explosión en el Carnaval y estaba afectada; una nueva desgracia para la ciudad era lo peor, por eso hubo una especie de voz a voz entre la ciudadanía para cumplir la cuarentena y las medidas de prevención. Primero tuvimos la suspensión de las clases, luego las medidas municipales, las departamental y nacionales que la mayoría acató”, comenta el periodista e historiador Fabricio Cazorla.
El profesional considera que en ese contexto fue fundamental el mensaje que lanzó a los orureños su obispo, monseñor Cristóbal Bialasik, dando la esperanza al departamento “de que con la Virgen de la Candelaria saldrían adelante”.
“La mayoría de los bailarines bailan para ella (la Virgen) ponen su fe y nosotros le vamos a rezar; esa fe ha hecho que seamos devotos fieles a nuestra Virgen y Dios. Hemos recibido mensajes de la Virgen en las redes sociales para renovar nuestra fe. Ante todo lo que sucedió nuestra fe no se quebró y ahora estamos unidos, con la fe renovada y sabemos que saldremos de esta crisis, más fieles a nuestra Virgen”, asegura Willma Magne.
“Siempre hay un escape en los momentos duros y para el orureño es la Virgen, en la que encuentra un luz de esperanza”, sostiene Cazorla.
Pero los orureños ven otra fuerza más en ellos: la colaboración, que heredaron de los Urus, su pueblo originario, que aún sobrevive en las cercanías del Lago Popoo. “Venimos de los Urus, por eso somos unidos y colaboradores”, dice Oscar, otro vecino de Oruro.
Fabricio Cazorla considera que a diferencia de otras ciudades de Bolivia, en Oruro sus pobladores “tienen a un alto un sentido de comunidad porque no se desconectó de los valores que practican los Urus, sobre todo la colaboración”.
Periodista informando y conteniendo
Para Mauricio Cazorla, que por ahora no ejerce el periodismo, el trabajo de los reporteros y medios de comunicación de Oruro también representó un gran aporte en esta crisis sanitaria desatada por el Covid 19, en la que el departamento, debido a su disciplina y colaboración con las autoridades, está logrando resultados positivos.
Cazorla destaca que los periodistas y medios de comunicación se esforzaron por emitir información clara y concreta; mientras que, al mismo, abrieron espacios en diferentes programas para que la gente llamara por teléfono y expresara su estado de ánimo y también su necesidad de información sobre la enfermedad, que en Bolivia está a punto de llegar a los 100 casos, con cuatro muertes registradas.
Realismo y disciplina
La profesora Rocío Ovando considera que los resultados positivos que hasta ahora logró Oruro además de todo lo mencionado se deben también al realismo de la población ante su sistema de salud precario. “Esta disciplina y consciencia se debe también a que no estamos preparados a nivel salud. ¿A dónde iremos? ¿Quién nos atenderá en un sistema precario de salud como el nuestro? Por eso acatamos las determinaciones de las autoridades”, señala.
La maestra destaca que las autoridades regionales “hubieran actuado de forma tan oportuna”. “Si no hubiera sido así, las consecuencias hubieran sido dramáticas”, añade.
En ese contexto de optimismo que vive Oruro, la dirigente vecinal Willma Magne da un mensaje a los bolivianos:
“La unión hace la fuerza. Sin importar los colores políticos, hay que decirle al vecino que no quiere cumplir la cuarentena, con palabras alentadoras, que no es un chiste nuestra salud. Si queremos salir bien de esto, debemos trabajar unidos, no sólo las autoridades, sino desde la puerta de nuestra casa. Dígale al que vea en la calle que entre a su casa. La fe en Dios es fundamental, en estos días todo cambiará”.
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