Bolivia actualmente importa combustibles diez veces más que en el 2001.

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Las importaciones de combustibles de Bolivia crecieron de $us 115 millones en 2001 a $us 1.629 millones en 2019. Por ello, el precio subsidiado de la gasolina y el diésel oil nuevamente se pone en debate y expertos sugieren incluso su suspensión de manera gradual y que no perjudique a los sectores más empobrecidos. 

La importación de diésel oil, gasolina especial y lubricantes «se ha multiplicado por más de diez y esto afecta, no solamente a la balanza comercial, porque es necesario erogar y gastar divisas para las importaciones de estos productos que utilizamos principalmente en el transporte y en la agricultura, sino (que) también afecta a las finanzas públicas, al déficit fiscal, porque se erogan subvenciones», explicó la experta en el sector de hidrocarburos, Susana Anaya, durante un evento de análisis, organizado por la Fundación Jubileo, sobre la nacionalización y las cifras negativas que se registran el país en el sector económico vital para Bolivia. 

En esa línea se analizó la actual situación, por ejemplo, de la inversión que la pasada administración gubernamental llevó adelante a partir de la «nacionalización» de los hidrocarburos en lo que respecta a la exploración y explotación de nuevos campos.

Expertos cuestionaron que tras el Decreto 28701 del primero de mayo de 2006, más conocido como ley de la nacionalización de los hidrocarburos, en el país no se concretaron contratos e inversiones de petroleras extranjeras, fueron disminuyendo los volúmenes producidos en gas y petróleo, no hubo reales incentivos que atraigan a las empresas, se generó opacidad en la poca transparencia de la información pública de este rubro y se incrementó de manera insostenible los subsidios de combustibles para mantener congelados los precios internos. 

«Como consecuencia de la disminución de la producción de líquidos en los campos, la producción de diésel oil, gasolina especial y lubricantes ha caído más que proporcionalmente, mientras la demanda de estos derivados es creciente (para el parque automotor y la soya) en el mercado interno», detalló Anaya.

Esta brecha entre demanda y oferta de estos derivados se cierra mediante la importación de volúmenes crecientes año tras año, desde el 2001, lo cual repercute, establece la experta, en la balanza comercial (divisas) y el déficit fiscal por la erogación de subvenciones. 

La subvención de los hidrocarburos creció de 74 millones de dólares en el 2006 a 794 millones en el 2019, con tendencia a continuar el incremento para esta gestión.

Tal realidad obliga a tomar decisiones y de acuerdo al analista y exministro de Hidrocarburos, Mauricio Medinaceli, deben tomárselas lo antes posible. «Es necesario conocer esta información para que cuando uno plantee -cualquiera sea el gobierno de turno- eliminar la subvención, planteen bajar el impuesto a las petroleras y hacer oídos sordos al medio ambiente. No se rasguen las vestiduras. Estas son las cosas que necesita este sector. Pero también hay que lograr equilibrios».

Medinaceli explica que se debe diseñar un nuevo plan para este sector que incluya «mejorar el desempeño de YPFB (Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos)» y por ello «es necesario que el Ministerio de Hidrocarburos retome el rol de delinear políticas, es necesario alejar a los políticos partidarios del sector de hidrocarburos, así que necesita una ingeniería institucional que nos permita contratar a las mejores personas». 

Respecto a los saldos de la balanza comercial, Anaya dio a conocer que la caída del valor de las exportaciones de gas natural ha afectado a la balanza comercial. El 2012 se registraba un superávit de 3.401 millones de dólares, en tanto que el 2016 un déficit de 1.305 millones. 


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