‘De la villa a diseñar videojuegos’, la superadora historia del argentino Daniel Simons

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Cada vez que Daniel Simons despertaba en su habitación para ir a la escuela, lo primero que sus ojos distinguían era un techo de chapa y paredes de ladrillos naranjas sin revocar, interiores habituales de muchas viviendas que conforman el asentamiento de la villa 1.11.14, uno de los territorios informales más extensos de la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Luego de despabilarse, Daniel salía del cuarto para saludar a sus padres, pero no encontraba respuesta: su madre sufría de depresión y, bajo los efectos de distintos narcóticos, permanecía postrada en la cama; su padre, único sostén de la familia, tenía dos trabajos simultáneos para mantenerlo a él y sus dos hermanos menores, lo que lo llevaba a permanecer el día entero fuera de su hogar.

Al salir al colegio y encontrarse con sus amigos del vecindario, el panorama no mejoraba. La violencia en el barrio y las historias de ladrones y policías perseguían al joven como si su destino se redujera a un puñado de posibilidades: caer en la delincuencia o abandonar su educación para ayudar a mantener a su familia, caminos transitados por varios adolescentes en grados de vulnerabilidad social.

Barrio Padre Ricciardelli, más conocido como la villa 1.11.14.Facundo Lo Duca / RT

Cada vez que se despierta ‘Bildo’, el personaje ficticio que Simons creó en una plataforma de videojuegos, y que lo llevó a entrevistarse con expresidentes, dar reportajes a los principales medios de su país, mudarse a un edificio inteligente en el centro de la ciudad y conformar un equipo de hasta 14 personas para trabajar en su programación, el paisaje es similar: un mundo gris, cargado de negatividad y sin ningún tipo de esperanza. Pero, en ese universo virtual, ‘Bildo’ tiene una misión específica: encontrar la luz que extinga al apagón y devuelva al universo el brillo que merece.

«El protagonista emprende un viaje por todo el planeta para encontrar el quinto color, un elemento que podrá utilizar para crear luz y así vencer a la oscuridad. Era un mensaje filosófico que quería trasmitir en el videojuego», admitirá Daniel Simons, en diálogo con RT, desde un bar ubicado en su barrio. Y remarcará: «Todos tenemos momentos de oscuridad, pero al mismo tiempo podemos brillar. Quiero que el juego ayude a las personas a resolver problemas, a pensar en positivo«.

¡Cuidado!, no entres ahí

Lo primero que se oye cuando se ingresa al barrio Padre Ricciardelli, más conocido como la villa 1.11.14, son advertencias: «No vayas solo»; «no ingreses a esa calle»; «no te adentres demasiado». Pero hoy, un miércoles lluvioso de fines de diciembre, lo más peligroso que se observa es el agua que se acumula en las calles ante la falta de cloacas, cerca de tendidos eléctricos precarios, escenarios cotidianos en los asentamientos informales tras la falta de urbanización por parte del Estado.

Barrio Padre Ricciardelli, más conocido como la villa 1.11.14.Facundo Lo Duca / RT

La ciudad de Buenos Aires, capital del país sudamericano, es uno de los distritos con mayor déficit habitacional, debido a la falta de políticas públicas que promuevan el acceso a una vivienda digna. Detrás del brillo de una de las principales urbes del mundo, se esconde una crisis social alarmante con miles de personas durmiendo en la intemperie. Es por esa razón que las denominadas ‘villas’ aumentan su población. Sin embargo, la estigmatización de esos sitios por parte de los grandes medios de comunicación se ha instalado en la sociedad argentina. La asociación con lo ‘negativo’ o ‘peligroso’ es algo ineludible, en comparación con el resto de los barrios.

Daniel Simons, de 25 años, aparece dando saltos entre los charcos estancados del barrio. «La clave está en el pensamiento. Cuando a uno lo quieren tirar abajo, hay que tener ímpetu para avanzar», dice, mientras atravesamos un pasillo tan agosto que no se pueden estirar los brazos. Quizás fue ese ímpetu lo que lo ayudo a superar su infancia de carencias y lo llevó a convertirse en un programador de videojuegos reconocido. «En mi casa no había juguete, pero mi papá un día nos trajo la primera consola de juegos: el ‘Family Game’. Fue un momento revelador», admite.

Daniel Simons en el barrio Padre Ricciardelli, más conocido como la villa 1.11.14.Facundo Lo Duca / RT

En esa consola Simons encontró un refugio a sus problemas cotidianos. La depresión de su madre, la ausencia de su padre y la falta de dinero en el hogar se esfumaban cada vez que se sentaba frente al televisor y jugaba al ‘Mario Bross’, uno de los juegos más populares de la historia. «Me olvidaba de todo. Era muy importante para mí dejar de pensar en lo que pasaba», dice.

Sin embargo, a medida que él crecía, los inconvenientes familiares se intensificaban. A la edad de 15 años, su madre fallece tras ingerir una gran cantidad de pastillas. «Comencé a reflexionar sobre la muerte en ese momento. Sobre lo negativo y positivo del mundo». Para ese entonces, Daniel ya tenía su primera computadora, equipo que no solo usaba para jugar, sino también para crear: «Con algunos programas de diseño, ideaba mis propios personajes y escenarios. Aprendía lento, pero me volvía un experto», asegura.

Imagen del videojuegoCortesía de Daniel Simons

Su afición por los videojuegos lo llevó a participar en 2011 en el concurso de la ‘Fundación Sadosky’, un certamen reconocido en el país sudamericano que premia a las más importantes innovaciones tecnológicas. El desafío era crear una plataforma virtual, con una historia y un personaje particular. Simons, con 18 años, obtuvo el primer lugar con ‘La pesadilla de Jack’, un juego de aventuras con diferentes niveles y escenarios.

El premio hizo eco en las autoridades del país de aquel entonces. Un joven humilde de la villa 1.11.14 que obtenía un reconocimiento en el rubro tecnológico no acontecía todos los días. La presidenta de entonces, Cristina Fernández de Kirchner, invitó a Daniel y su familia a la Casa de Gobierno para entregarle el trofeo personalmente. «Ahí decidí que mi vida serían los videojuegos», confiere Simons.

El nacimiento de ‘Bildo’

Tras un breve paso por la facultad de diseño, la cual pagó trabajando en una panadería del barrio, Daniel comprendió que su camino no estaría en lo que las academias enseñaban. Desde que tuvo su primera computadora a los 12 años, siempre se las arregló solo para entender los procedimientos técnicos de los ‘mundos virtuales’. «La universidad me sirvió para darme cuenta de que la manera que me gustaba aprender era autodidacta», apunta. Sin embargo, los problemas que había sufrido aún lo afligían. Los tenía tan presente como si hubieran ocurrido ayer. «Fue cuando dije: ‘me la juego y armo un videojuego sobre lo que estoy experimentando y sintiendo en ese momento'».

Barrio Padre Ricciardelli, más conocido como la villa 1.11.14.Facundo Lo Duca / RT

De ese objetivo nació ‘Bildo’, un juego didáctico que cuenta la historia de un joven que, al ver su mundo triste y oscuro, inicia un viaje por un planeta plagado de pensamientos negativos para hallar nuevamente el color y, de esa manera, vencer a la oscuridad. La financiación inicial para su diseño la consiguió a través de la plataforma IDEAME, sitio que permite presentar diferentes proyectos y solicitar dinero a los usuarios para su desarrollo final. La leyenda de su perfil para lograr las donaciones era simple: «De la villa a diseñar videojuegos».Así logró recaudar sus primeros 1.000 dólares, dinero que invirtió para darle vida a su personaje. «La repercusión mediática nos ayudó mucho. Lanzamos el juego en 2017 y ganamos otro concurso. Fue galardonado como mejor obra de arte visual por la Fundación Itaú y luego fue expuesto en un museo», cuenta el programador.

De nuevo, la repercusión de su hazaña había llegado a las máximas autoridades del país. En esa oportunidad, el expresidente Mauricio Macri quiso conocer en persona a la joven promesa de los videojuegos. «Aterrizó en helicóptero en medio del barrio. Le preguntamos cuál era su juego favorito y nos dijo que el ‘Pac-man'», rememora Daniel sobre aquel encuentro. Ese mismo año, en 2017, el Gobierno le otorgó un financiamiento para que continuase con el desarrollo de ‘Bildo’. El proyecto fue sumando colaboradores hasta formar un equipo de 14 personas. «Nos mudamos durante un año a un edifico moderno en el centro de la ciudad para trabajar en conjunto. Fue una experiencia increíble», destaca el programador.

Imagen del videojuego.Cortesía de Daniel Simons

Si bien aquel equipo se disolvió ante inconvenientes posteriores con la financiación, Daniel trabaja hoy junto a su hermano en el lanzamiento de un segundo juego: ‘Guardianes de Aniviriu’. «Esta saga también se enlaza con la problemática de la depresión. Sumamos también el conflicto del cambio climático. Queremos pensar en los vínculos que tenemos actualmente los seres humanos», detalla.

A pesar de la repercusión de su historia, Simons continúan viviendo en el mismo hogar. Es en ese entorno en donde mejor se expresa. «Somos muchas las personas que sentimos la necesidad de transformar a este mundo, tratar de mejorarlo de alguna manera, y creo que a través del arte se puede lograr. Porque los videojuegos son eso: una realidad artística«,finaliza.

RT


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