Salvador Romero en el Senado: “Si el organismo electoral desea ser respetado, debe ser irreprochable”

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El nuevo vocal titular del Tribunal Supremo Electoral (TSE), Salvador Romero, fue posesionado hoy por la presidenta del senado, Eva Copa, en el salón Ibáñez de la Asamblea Legislativa. “Si el organismo electoral desea ser respetado, debe ser irreprochable”, advirtió el politólogo, investigador y escritor boliviano.

Romero, quien fue designado previamente por la presidenta del Estado Plurinacional de Bolivia, Jeanine Añez, agradeció al poder ejecutivo y a la Asamblea Legislativa por la designación. Reconoció que asumió el reto de llevar a cabo los comicios en una situación “compleja” que vive el país. “Asumo esta responsabilidad consiente del crucial y complejo momento histórico que vive el país, también de la labor que junto con los colegas que pronto elija la Asamblea Legislativa, deberá desplegar el organismo electoral en los próximos meses y años”, opinó.

Con un discurso basado en lineamientos democráticos y con la clara finalidad de reformular el poder electoral para ganar credibilidad, Romero aseguró que “se requiere reencontrar la misión auténtica del organismo electoral como una institución independiente de los poderes y de los partidos, garante de procesos electorales incluyentes, equitativos, con todas las fuerzas política y honestos en sus resultados sobre los cuales se construyen gobiernos legítimos y a la larga una democracia sólida”.

Destacó que con trabajo se podrán dar elecciones legítimas que refleje el voto popular.“En la elección limpia se cristalizan los valores del régimen democrático”. “Si los votantes participan convencidos de que nada ni nadie distorsionará la voluntad popular, entonces la elección condensa las mejores prácticas democráticas”, indicó el nuevo vocal.

Argumentó que para alcanzar el propósito de llevar a cabo elecciones democráticas, se necesita apegarse a los principios que guían el organismo electoral. Resaltó que en las elecciones “habrá ganadores y perdedores, pero no victorias ni derrotas definitivas o permanentes, los resultados valdrán por un lustro, luego las cartas volverán a repartirse sin beneficios ni penalidades para ningún actor”.

“El primer deber es el apego a las normas que regulan las actividades partidarias y electorales que son la base de una votación limpia, aceptada por los candidatos circunstancialmente derrotados que reconocer el triunfo del adversario y a la vez se preparan para las siguientes elecciones. El cumplimiento de la ley representa el requisito indispensable para el respaldo ciudadano (…) si el organismo electoral desea ser respetado, debe ser irreprochable”, acotó.


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