Cambio climático: Alaska se quema y se derrite.

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Alaska se quema y se derrite. Los rigores del cambio climático se están dejando sentir con fuerza en las tradicionalmente frías tierras del norte, donde una ola de calor y una cadena de incendios han provocado una situación atípica en el Estado de la Última Frontera.

El pasado sábado se batió un récord de temperatura en Juneau, la capital, 28 grados centígrados, rompiendo una marca que se había mantenido en pie durante 110 años.

Anchorage, por su parte, la urbe más importante del estado norteño y donde se concentra el 40% de la población, alcanzó los 27 grados, un registro inusual para una zona que en verano no suele pasar de los 19 grados de media en julio, con mínimas estivales de hasta 10 grados. En enero, rara vez se superan los 0 grados centígrados, con una media de -5 de máxima y -12 de mínima.

Más de 350 incendios

A eso hay que sumarle una cadena de incendios activos, más de 350, de acuerdo con las cifras facilitadas por las autoridades estatales. El fuego más importante se inició el pasado 5 de junio en las cercanías del lago Swan -al sur del estado-, lo que obligó a activar una alerta por la mala calidad del aire en Anchorage y alrededores. Tal era la densidad de humo que el domingo era frecuente ver a ciudadanos cubriéndose la cara con máscaras.

En total, ya se han consumido más de 28.000 hectáreas. «Las condiciones van a continuar siendo muy cálidas y secas, con vientos moderados», indicaron las autoridades a través de un comunicado. Se trata de una situación especialmente grave tras registrarse el mes de junio más caluroso de la historia en varios puntos de Alaska, incluyendo Anchorage.

Es un infierno particular al que muchos han tenido que adaptarse como han podido en una región donde no existe la cultura de aire acondicionado y en la que, por tanto, los estragos del calor son mayores que en otras zonas habituadas al calor. «Con los ventiladores a tope y las puertas y las ventanas abiertas, he conseguido que la temperatura baje de los 23,8 grados centígrados por primera vez en días», indicó el climatólogo Brian Brettschneider al diario USA Today.

Mientras, en las aguas gélidas del norte la preocupación es la velocidad a la que se está produciendo el deshielo por el cambio climático. El mismo Brettschneider, miembro del Centro de Investigación Artico Internacional, explica que la situación está poniendo en jaque a muchas comunidades del norte. «Gran parte de lo que la gente come por allí durante el año viene de lo que son capaces de pescar ellos mismos. Si la gente no puede salir al hielo a cazar ballenas o focas, eso afecta su capacidad para alimentarse. Es una crisis humana de supervivencia».

Las imágenes del Centro para el Alaska Center for Climate Assessment and Policy demuestran los efectos de la subida de las temperaturas en los últimos años. La capa de hielo que suele cubrir el sur de Alaska y que no desaparece hasta finales de mayo dejó de existir en marzo este año.

El Mundo


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