Hace exactamente 365 días, el poder de la cárcel dejó de estar en manos de los privados de libertad. A las 4:00 de la madrugada del 14 de abril del año pasado, Víctor Hugo Escóbar ‘Oti’, según las autoridades, reinaba bajo un sistema de terror instaurado en base a extorsiones y negocios como la venta de drogas, estafas telefónicas y otros que le reportaron sustanciosas ganancias económicas y por tanto, un poder inusitado.
La intervención se empezó a forjar tras conocerse un caso de violación de una niña de siete años por parte de un interno en régimen abierto (PC4), mientras que la intervención policial fue resistida violentamente por gente que le era leal a ‘Oti’ pues este les proveía droga.
Ahora, según el director departamental de Régimen Penitenciario, Dick Camacho, las cosas han cambiado en Palmasola, puesto que no queda ningún niño viviendo en el penal con sus padres, más allá de los 46 menores de seis años que viven en el pabellón de mujeres con sus madres, lo cual es permitido por la ley.
Por lo demás, en cuanto a los drogodependientes, 248 de ellos reciben rehabilitación en el PC3, bloque B.
Asimismo, señala que el hecho de que el control ya sea ejercido violentamente por internos, permite tener un ambiente más propicio para la realización de actividades laborales, educativas, deportivas y culturales de los privados de libertad.
Para el excomandante departamental de la Policía, Alfonso Siles, que encabezó el operativo hace un año para retomar el control del penal, es esencial que no se aflojen los controles en el interior del PC4, así como buscar un líder positivo entre los privados de libertad para que coadyuve a las autoridades a sostener la pacificación del reclusorio.
Fuente: eldeber.com.bo
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