Gobierno usa el Vivir Bien como estrategia política.

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El concepto Suma Qamaña (Vivir Bien), que es uno de los principios ético-morales del Estado boliviano establecido en la Constitución, es utilizado “como una estrategia de poder” con el fin de “crear un escenario favorable para gobernar y garantizar la permanencia en las instituciones del Estado de la nueva élite política”.

De esta manera, el término ha sido incorporado “por la élite gobernante a través de la exaltación de la otredad, mientras su contenido cosmológico no es asumido por los líderes políticos en las políticas públicas”, afirma Ana Carolina Teixeira, investigadora de la Universidad Federal de Integración Latino Americana (Unila) de Brasil.

Para la experta, que lleva estudiando a los movimientos sociales por más de 10 años, y actualmente vice-coordina el Área Temática Teórica de la Asociación Brasileña de Relaciones Internacionales (ABRI), el Suma Qamaña convertido en su traducción, Vivir Bien, “es aplicado como un útil eslogan en la propaganda oficialista”.

O sea, al ser una expresión de lo que es esencialmente diferente en Bolivia, el Vivir Bien “sirve para legitimar la gestión gubernamental y, paralelamente, proyectar al gobierno boliviano y su presidente indígena”, explica Teixeira.

El discurso y su objetivo

“Para Vivir Bien” es una de las principales frases publicitarias utilizado por el gobierno del presidente Evo Morales, y que se repite constantemente en diversas instituciones estatales para promover o legitimar las políticas públicas.

Diferentes críticos, como el sociólogo aymara Pablo Mamani Ramírez, han apuntado que se ha dado un proceso de “vaciamiento político” del concepto, y que ello sirve para “sostener la dominación a través de la alabanza y la visibilidad del sujeto indígena en el discurso oficial”.

En efecto, afirma Teixeira, “al ser una expresión que puede ser aplicada a distintos temas, el Vivir Bien (o sea la traducción al español del concepto) vacía el contenido político de resistencia indígena y de la faceta cosmológica del Suma Qamaña, pese a que previamente se identificaba como una proposición indígena”.

De esa manera, “la apropiación de la otredad en el discurso gubernamental a través de la incorporación de ceremonias indígenas en los protocolos de Estado, la creación de normas, o incluso la organización de reuniones anuales con líderes indígenas y campesinos, funciona primero y principalmente como un mecanismo para obtener su apoyo y mantener la alianza política”, agrega.

Desarrollo es “vivir mejor”, no “vivir bien”. Contradicciones que no se discuten.

Vaciamiento de contenido

Según el análisis de la experta, “la absorción del Suma Qamaña como un mecanismo retórico, que excluye la incorporación e implementación de la lógica que sustenta esa expresión”, se hace evidente tanto en la Constitución como en los Planes Nacionales de Desarrollo.

En el caso de la Constitución, el Vivir Bien y algunas características atribuidas a ese término -complementariedad, armonía, equilibrio- son vinculadas a valores morales, económicos o políticos que deben ser asegurados por el Estado.

A excepción del Artículo 8 de la Constitución, el Suma Qamaña es reemplazado en el documento por el “Vivir Bien” o “Para Vivir Bien”. A decir de Teixeira, esto ha implicado dotarle al Estado un rol de promotor del desarrollo a pesar de que en la misma Constitución se fomentan mecanismos de democracia participativa o directa (por ejemplo, los artículos 241 y 246).

“La otredad es entonces enfatizada como un subterfugio para promover la centralización política en manos del gobierno de Morales como representante del Estado”, afirma la investigadora.

Asimismo, nota que esta “táctica gubernamental” aparecen con mayor claridad en los Planes de Desarrollo (PND). “La normativa, que evoca el Vivir Bien junto con desarrollo, productividad económica y soberanía boliviana, refleja lo que a primera vista parecería un error de concepción del Suma Qamaña”.

Así lo habría notado el propio ex Ministro de Relaciones Exteriores, David Choquehuanca, cuando en 2010 afirmó: “Tal vez estamos usando conceptos occidentales. En vez de hablar de un Plan Nacional de Desarrollo, deberíamos hablar de un Plan Nacional para Volver al Equilibrio, o un Plan Nacional para la Vida, porque el desarrollo está relacionado con vivir mejor, no con Vivir Bien”.

David Choquehuanca buscó posicionar un Vivir Bien no occidental, no desarrollista.

Sin embargo, “una mirada más cercana devela la estrategia discursiva empleada por el gobierno, donde el Vivir Bien funciona como una extensión del desarrollo. La importancia del plan no concierne solo a su contenido, sino al despliegue de una gramática académica, involucrando un debate sobre Vivir Bien y su contribución crucial para la refundación del Estado boliviano”, advierte por su parte la investigadora.

En ese sentido, en el PND 2007 por ejemplo, el Vivir Bien es clasificado como el conocimiento “característico de la cultura originaria e indígena de Bolivia”, una “visión cosmocéntrica que supera conceptos tradicionales etnocéntricos del desarrollo” que refleja “la coexistencia intercultural de la comunidad con el otro sin asimetría de poder”, “diferente del ‘vivir mejor’ occidental”.

Por tanto, la expresión es entendida como lo opuesto al desarrollo, y su absorción en el proyecto de Estado reflejaría la demanda indígena de descolonización.

“Sin embargo”, dice Teixeira, “la incorporación del Suma Qamaña corresponde a la exaltación de la diferencia y al patrón del vacío político observado anteriormente: una vez transformado en Vivir Bien, el término es ajustado a los parámetros estatales. Su resignificación reviste el discurso oficial con una nueva faceta, aunque en su estructura, el contenido se mantiene inalterado como se nota en el uso de términos como ‘nueva propuesta de desarrollo’, ‘nuevo patrón de desarrollo’, ‘paradigma alternativo al desarrollo’”.

Descentralización/Centralización

Enfocando el análisis en los planes nacionales de desarrollo, la investigadora encuentra que “por un lado, se da fe de una participación popular basada en descentralización estatal y Vivir Bien, mientras que por otro lado se promueve la re-centralización del poder a través de políticas como la nacionalización, industrialización y provisión de bienes públicos, convirtiendo al Estado en el promotor por excelencia del cambio de la sociedad boliviana”.

En este proceso, el énfasis en el control sobre los recursos naturales y la incorporación del Suma Qamaña/Vivir Bien como pilar de un “nuevo tipo de desarrollo” funciona como mecanismo para alcanzar el proyecto nacional y, simultáneamente, expresar la auto-imagen del Estado boliviano, su carácter único, en la esfera internacional.

Proyección internacional

Mientras se supedita el Vivir Bien al plan de desarrollo liderado por el Estado -que en sí mismo no es necesariamente algo negativo, y en todo caso sujeto a otra discusión-, en el ámbito internacional lo que se posiciona es una mezcla del discurso soberanista con el indigenista.

Para Teixeira, la iniciativa del gobierno de proyectar a Bolivia internacionalmente usando su proceso de descolonización, vinculado al Vivir Bien, implicó que el Suma Qamaña sea “absorbido y transpuesto al Estado-Nación”, como representante oficial de dicha propuesta en la arena internacional.

El presidente Evo Morales, en su discurso durante la Cumbre Climática de Copenhague en 2010, aprovechó para expresar “nuestra estrategia hacia la reconstrucción del Vivir Bien y la defensa de la Madre Tierra, para avanzar en los Diez Mandamientos para salvar el planeta, para asumir nuestra responsabilidad en mantener el equilibrio con la Naturaleza”.

Crítica a la academia

Además del análisis político, la investigadora también cuestiona el tratamiento que se le ha dado a este concepto en la esfera académica internacional: “La transformación del Suma Qamaña al Vivir Bien involucra un marco académico que, reproduciendo la estrategia adoptada en el PND, refleja los esfuerzos del gobierno para sostener su legitimidad entre sus aliados intelectuales extranjeros, aplicando sus herramientas conceptuales”.

Así, la idea de crear un “nuevo socialismo” o un “socialismo comunitario” para mejorar el llamado Socialismo del Siglo XXI, explicitado en documentos oficiales, se relaciona no solo con el modelo bolivariano liderado por Hugo Chávez en su momento, sino de lograr una mezcla de conocimientos: ancestral con moderno, eurocéntrico con progresista.

Las palabras del presidente Morales y del vicepresidente García Linera, durante el 8vo Congreso del MAS, ilustran aquello. Mientras el presidente afirmó que este nuevo socialismo estaba basado en el Vivir Bien, yendo más allá de la lucha de clases, el vicepresidente explicó “las fuentes de nuestro socialismo: por un lado, la clase trabajadora, la ciencia contemporánea y la tecnología, y por otro, el comunitarismo (…), la suma del mundo de los trabajadores y el mundo comunitario (…), son las fuentes del Socialismo Comunitario”.

Según Teixeira, la forma en que estos discursos enmarcan el Suma Qamaña/Vivir Bien le proveen un soporte académico, y al mismo tiempo encaja en los eslóganes y políticas del gobierno.

“Lo que está en juego aquí no es la implementación del Vivir Bien en concordancia con las propuestas de los intelectuales indígenas -que son presentados como radicalmente distintos del mundo occidental y sus modelos capitalista y socialista. Al contrario, lo que está en juego es la instrumentalización del Suma Qamaña, transformado la expresión en una auténtica propuesta de socialismo bajo la administración de Morales, diferente de otras experiencias socialistas alrededor del mundo”, enfatiza.

Una realidad que escapa a la teoría

Los académicos no incorporaron las disputas políticas relacionadas al concepto y se vacía contenido.

Para la experta, un problema de estos enfoques académicos es que los conflictos de poder y las estrategias empleadas por los actores involucrados en ellos no son considerados en la literatura internacional, porque existe una brecha entre la investigación teórica y empírica.

“Las implicancias políticas están apenas parcialmente consideradas y el Suma Qamaña se vuelve políticamente vacío de su contenido. Es necesario resaltar que, una vez que el Suma Qamaña es transformado en expresiones que cumplen las hipótesis de los teóricos, los académicos también contribuyen en la creación de eslóganes, lo que pone en peligro su propia meta descolonizadora porque se deja de lado las disputas políticas que ocurren en la dimensión local”, denuncia.

Es que, según observa Teixeira, “una mirada mas cercana a la sociedad boliviana revela la desmitificación de los indígenas, ya no como meramente comunarios o trabajadores minoritarios: los grupos indígenas son mucho más heterogéneos como actores colectivos y engloban una clase emergente de empresarios quechuas y aymaras, pequeños agricultores y grandes terratenientes. Las posiciones asumidas por estos actores reflejan y reproducen disputas de poder a nivel nacional, de las cuales forma parte la manipulación del Suma Qamaña por parte del gobierno”.

ElPaís


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