Vendedoras de ropa sufren la polución del mercado Central.

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El humo provocado por la comida que necesita ser fritada en manteca o aceite -como los pasteles que acompañan al api, las sopaipillas del desayuno, algo más tarde el pescado- que sube hacia la segunda planta durante casi todo el día y que empieza a concentrase por las tardes, provocó el reclamo de las vendedoras de ropa, peluches y cosméticos de este piso, además que afecta su salud.

En apenas una hora de paseo por la mañana en ese lugar, El País constató lo que diariamente viven esas vendedoras, ardor en los ojos; a pesar de una día nublado y lluvioso, el calor pringoso, de invernadero a causa de los vapores que suben y que se concentran en esta parte alta; el olor penetrante de frituras de comida que impregna la ropa y el hollín que deja el humo en los productos que se ofertan.

Testimonios
Edwin Sánchez, presidente de la Asociación “Primero de Mayo” que aglutina a los vendedores de ese piso, apuntó que los olores, el humo y el calor en días soleados convierten el lugar en una sauna y la escasa gente que los visita “opina que los vendedores se deben desmayar”.

Detalló que el ambiente del callejón de la parte posterior es sofocante, no existe una corriente de aire, los olores de la comida y de los aceites que usan las comideras suben, se le mostró al administrador algunas mercaderías y prendas de vestir que se deterioran con el hollín, que las manchan y no se las puede vender, incluso el olor del sumidero se eleva y es un hedor inaguantable.

Por su parte, la vendedora Elizabeth Quispe, contó que las emanaciones que llegan al segundo piso trasminan la ropa, al permanecer bastante tiempo todos los días sale olor a sopaipillas y aceite rancio, la ropa que vende se impregna fuertemente, además afectó su vista, contó a tiempo de mostrar sus ojos enrojecidos.

“Quisiera que vengan las autoridades en la tarde, a eso de las cinco, para que vean cómo se llena de humo, la ropa a la venta huele a aceite rancio, a comida, cebolla y pescado porque a esa hora todo se concentra, dijeron que los extractores funcionan, pero no es así, si fuera cierto no habría ese hedor arriba”, protestó.

A su turno, la vendedora de regalos, Yolanda Ramírez, explicó que el ambiente es muy pesado, “una quiere solamente dormir con el calor”, los olores son fuertes y el humo “pinta” de color oscuro los peluches, por lo que debe tenerlos en bolsas plásticas.

Cándido Vilte Fernández, que oferta indumentaria para menores de edad, apuntó que el humo de las frituras, pasteles y pescados se impregna y se pega a la ropa, incluso cuando llevó sus productos a la feria navideña realizada en una cancha del Parque Temático, los ratones lo “picaron” porque olían a grasa y tuvo que desecharlos ya que no servían para nada. “Por otra parte mi señora ya está mal de la vista a causa del humo, además que los succionadores están de pantalla porque no sirven para nada”, agregó.

Un problema que sucede desde hace tiempo

Se quiso consultar sobre el tema al responsable municipal del mercado Central, Mariano Gutiérrez, pero había pedido permiso con anticipación por razones de salud familiares, por lo que se tuvo que recurrir al director de Mercados, Rolando Ruiz.

“Este tema ha sido visto en su momento por la Secretaría de Desarrollo Productivo del Gobierno Municipal y el actual encargado del mercado Central, ellos vieron a detalle esta situación, realizaron una planificación para la distribución de los puestos de acuerdo a los rubros que tiene cada comerciante, Gutiérrez podría orientar al respecto”, sostuvo a tiempo de subrayar en que no participó en ese proceso.

El problema ya había sido expuesto con anterioridad por los vendedores afectados y el 28 de agosto de 2018, en esa oportunidad Gutiérrez, contó que se pensó en la instalación de seis extractores que si bien soluciona el problema del humo y los olores, pero no el calor y el flujo de aire que se necesita para refrescar la zona.

Personalmente había expresado que el sector de las comidas debería ubicarse en la última planta y de esta manera los olores y el humo estarían más cerca de los respiraderos del techo y la gente estaría obligada a subir para servirse algún alimento.


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