Carlos Mesa ha sido presidente, y desde que dejó de serlo ha podido estudiar y analizar la evolución del país con ojos de periodista e historiador, y eso se nota. El candidato Mesa conoce ampliamente los temas y con su ya conocida retórica excelente es capaz de dar las palabras precisas para el momento político concreto. Sus asesores están más preocupados por la forma que por el fondo. Sus aliados también. Sus críticos por las dos cosas. Sus pretendientes, por encontrar pronto espacio.
Ayer Carlos Mesa llegó a Tarija dejando claro en sus redes sociales a qué llegaba: “Hoy empezamos con Gustavo Pedraza, nuestra primera gira nacional de campaña rumbo a las elecciones nacionales. Iniciaremos en Tarija la construcción de la #DemocraciaCiudadana”. El objetivo es salir del hotel de las camisas blancas y acercarse a los ciudadanos. Lo hizo en la plaza Campero en la casa de campaña del mítico Motete Zamora, lo hizo en San Lorenzo y lo hizo subiendo a pie la calle Colón para venir a entrevistarse a El País.
Mesa: La abstención es el peor enemigo
Desde que lanzó su postulación, Carlos Mesa tiene que lidiar con aquellos que le acusan de haber hecho el juego al Gobierno al lanzarse como candidato a las Primarias. Mesa niega una legitimación del binomio de Evo Morales y Álvaro García Linera y clama por que se respete la Constitución, pero igualmente señala que el peor error sería la abstención, y pone como ejemplo la desaparición de la oposición en Venezuela.
Para Mesa recuperar la institucionalidad del TSE, acudir en masa a votar y garantizar el conteo de votos con transparencia es la única fórmula de hacer frente al autoritarismo en el que dice ha derivado el Gobierno. De momento el debate sigue en ese campo entre las plataformas y las redes.
La entrevista está en las redes, al final de esta página y el lunes se publicará en este medio impreso en toda su extensión, pero desde el principio deja claro que no se arrepiente de su decisión ni de la forma en la que presentó su candidatura, muy cuestionada por los círculos de oposición que hubieran preferido un proceso diferente para crear una “unidad”, con lógicas de reparto ortodoxas. Mesa y su equipo, que no está formado precisamente por jovencitos, ha preferido sin embargo plantear las lógicas de forma transversal, “en diálogo con los ciudadanos”, dice.
Elegir las batallas
Los asesores modernos dicen que la cosa va de “emociones”, y que ya no importa tanto el qué se dice como el cómo se dice. Otros dicen que de lo que va es de ganar las elecciones, no amigos ni fans. El Movimiento Al Socialismo (MAS), otrora revolucionario, juega sus cartas a la estabilidad económica y al conservadurismo; Mesa, con su perfil de aristócrata paceño, las juega al cambio tranquilo y posible, a que sin el MAS no se acaba el mundo.
Por eso o por otras cosas, Mesa ha sido el primero en presentar la batalla con una propuesta concreta para la economía, precisamente el tesoro que el MAS quiere exhibir. Se llame economía naranja o “economía de la alegría”, viene a contrarrestar los postulados de Luis Arce Catacora y compañía, que tienen los datos macroeconómicos a su favor, con algunos riesgos señalados por sus propios examigos del FMI, pero que sobre todo defienden con uñas y dientes y no muchas sonrisas.
Aliados
Comunidad Ciudadana se ha conformado con la alianza del FRI, de Sol.bo y de Todos, y aspira a seguir sumando
Claro que Mesa carga una mochila, de la que no reniega, pero que tampoco saca a relucir. Mesa es posibilista y no promete soluciones inmediatas ni mágicas, pero sí un enfoque clásico de desarrollismo cooperativo entre la empresa privada y la pública y una toma de decisiones mesurada y certera. Todo hay que verlo: la petroquímica, la nacionalización, los aportes a la AFP y su rentabilidad, la redistribución de ingresos en el modelo autonómico; todo – indica – desde la óptica de lo mejor para los bolivianos. En cualquier caso, Mesa vende imagen de cabalidad y no de visceralidad, ese es su valor y no parece probable que a estas alturas de su vida empiece a proponer revoluciones.
Si algo aprendió Mesa de su “presidencia sitiada” es que hace falta parlamento para gobernar, y más allá de que crea o no crea en las “mesas de unidad” o las megacoaliciones, la campaña eterna en la que todas las fuerzas han concurrido permite precisamente no tomar decisiones aceleradas ni comerciar con curules a cambio de supuestos votos. Mesa tiene a su favor las encuestas publicadas y que el MAS lo ha elegido como el enemigo a batir, algo que el tiempo le ayudará a capitalizar con poca destreza que sus colaboradores muestren. Aunque también puede jugar en contra. En julio, cuando se presenten las listas para diputados y senadores, los candidatos en carrera serán probablemente menos. O menos legitimados.
De momento el equipo es pequeño. El FRI nunca fue un partido de enorme implantación; Todos de Adrián Oliva, es joven y departamental y Sol.bo, de Luis Revilla, muy paceño. En cualquier caso, el mensaje de integración se da, también el perfil autonomista que le falta a Mesa para llegar al oriente.
El candidato estará aún dos días más por Tarija antes de continuar su gira por el país y seguro dejará más crónicas y comentarios, por el momento, ofrece “un gobierno amigo de Tarija”. Nada menor en los tiempos que corren.
ElPaís
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